A Jaime González Pérez lo mataron en Acatzingo eso, a estas alturas, lo sabemos casi todos en Puebla. También sabemos que era candidato a la alcaldía de ese, un lugar de riesgo alto por los índices de criminalidad que en él se registran: balaceras, asesinatos, heridos, secuestrados, cuerpos con huellas de tortura, embolsados.
Autoridades y políticos locales mostraron iniciativa después del asesinato de González Pérez: unos exigieron que se investigue el crimen; otros dijeron que ya investigan. Hasta ahí quedó patente que las pistas por las que corren política y realidad no son totalmente paralelas, sino que se tocan en algún punto.
Y se tocan porque a veces es la realidad la que obliga a que la política y quienes la ejercen volteen a verla y al menos muestren ante la sociedad, como en el caso de Acatzingo, iniciativa.
Hay, sin embargo, varios aspectos que le dan una dimensión distinta al asesinato de Jaime González Pérez: ocurrió a unos días del arranque formal de las campañas electorales en Puebla y era candidato del partido que tiene el poder en los ámbitos nacional y local.
Bien haría la Fiscalía General del Estado en tener un avance de las investigaciones que realiza en torno de este asesinato antes del arranque oficial de las campañas que ya está a la vuelta de la esquina.
Es necesario saber si hubo o no un móvil político para entonces reforzar la seguridad que rodeará a los aspirantes en campaña y a los votantes el día de las elecciones; necesario para evitar el miedo que este tipo de acciones provocan en el electorado. Y si no hubo móvil político, ¿se trató de cobro de piso?, ¿fue para robarle que le mataron?
La tarea que tiene en sus manos la fiscalía es importantísima de cara a lo que se viene a partir del domingo próximo y que no será un paseo de campo dado que en los dos bandos con posibilidades de ganar ya juegan especialistas en trabajo sucio, sea digital, ante el micrófono que tienen como voceros, o en lugares discretos desde donde se amenaza o se perdona.
¿Parece exagerado? No lo es.
AL MARGEN
A propósito de política y realidad: quienes mataron al expolicía Adán Montes Rosales en el estacionamiento de Periplaza, en Puebla, no son improvisados: hirieron de gravedad a cuatro policías y lograron huir. Más allá de los supuestos vínculos que Montes Rosales mantenía con traficantes de personas, no está demás recordar que en la administración de Rafael Moreno Valle Rosas como gobernador Montes Rosales fue jefe del Agrupamiento de Motos en la Dirección de la Policía Estatal bajo el mando de Marco Antonio Estrada López, el mismo que el 15 de julio de 2015 fue detenido por el Ejército en posesión de 3 mil 600 litros de huachicol en Tepeaca. Sí, en los años en los que Facundo Rosas era titular de la Secretaría de Seguridad Pública. Otra vez: política y realidad...