El pasado octubre tuvimos en el sur de Tamaulipas un evento musical de proporciones épicas. El espectáculo se llama “Leo Dan, celebrando a una leyenda”, y formaron parte de este show los grupos musicales de Los Ángeles Negros y Los Terrícolas, en un ambiente 100 por ciento setentero y donde las melodías trajeron nostalgia melancólica en cantidades industriales.
¿Por qué hay mercado para este tipo de eventos?
Porque al igual que otros productos y servicios, en estos espectáculos nos venden revivir emociones y recuerdos, así como el oír y ver en persona al artista.
En este caso, a ver el show combinado de estrellas de antaño, pero con el mercado cautivo bien determinado, y la mayoría con edades superiores a los 50 años.
El artista principal es Leo Dan, cantante argentino que nació por un caminito a Atamisqui, lejos de Santiago querido; sabemos que en su vida, Mary es su amor, pero Raquel, Celia, Marisa, Susana y Estelita supieron que con ellas, el amor estuvo aquí, y ahora él ya no es libre y solterito.
Leo, tú llegaste cuando menos lo esperábamos, y esa pared no nos dejó sentirnos extraños; porque sabes qué tiene la niña y aún quieres que toquen mariachis, canten y el radio está tocando tu canción.
Por mi parte amigo mío, no me pidas que te olvide, pues como fan que soy y a la sombra de mi madre, sé que no me estoy portando mal, pues te he prometido que solo una vez en nuestra vida, se puede admirar a un cantante como tú, sencillo y humano.
Cuando un amor se va, solo le pido a Dios que haya una chica en mi camino y siempre estoy pensando en las historias que inspiraron tus canciones, porque para tu público, representas el amor y la felicidad, que es lo que vendes en tu show; y aunque la niña está triste, yo sé que sí eres feliz.
