este título del director Francis Ford Coppola ilustra las horas de aciago que nos toca vivir en estos meses en nuestro planeta; esta pandemia pone en jaque a organizaciones, gobiernos, empresas y la existencia misma del ser humano.
Ya están los síntomas de recesión mundial: habrá menos bienes y servicios en el mercado, la quiebra es cuasi asegurada de algunos giros relacionados con el turismo (como aerolíneas y hoteles); los eventos musicales, deportivos y culturales están suspendidos hasta nuevo aviso.
Los negocios de comida, centros comerciales, teatros y playas tendrán una contracción de sus actividades, por lo que sus ingresos se menoscabarán, afectando el pago de salarios y el sustento de varias familias.
¿Qué debe hacer la empresa?
Sobrevivir.
Administrar la escasez, cuidando los paupérrimos recursos sin desperdicio para seguir atendiendo al cliente, como debe ser.
Disminuir costos, apagando los equipos y luz cuando no se utilicen, reutilizar papel y demás objetos que puedan tener otra aplicación, optimizando el equipo que se tenga.
Invertir en higiene laboral, para evitar el ingreso de posible personal enfermo y así se eleva la moral laboral.
Negociar con trabajadores respecto a jornadas, salarios y actividades por ajustar ante la eventual ausencia de algunos de ellos.
Apoyarse en la tecnología, dependiendo del giro a que se dedique el negocio.
Estamos viviendo una época atípica y tanto el individuo como la organización deberán hacer caso a Darwin, quien siempre ha tenido razón: sobrevivirá el ser vivo que mejor se adapte a estos nuevos tiempos del Armagedón.
Respecto a su familia y su casa, amigo lector, no espere nada del gobierno actual; haga de cuenta que está solo y usted habrá de cuidar y mantener como pueda a sus seres queridos.
¡Ánimo y a sobrevivir! _