la marca Lladró se creó por los hermanos Juan, José y Vicente Lladró en 1953, iniciando el negocio en su casa de Almácera, Valencia en España. En 1958 trasladan el negocio a una nave en la población de Tabernes Blanques, estableciendo un concepto de porcelana muy fina.
En 1965 la compañía ya exportaba a Canadá e ingresaba a Estados Unidos y durante los años de 1970 se incrementó el mercado norteamericano y también comenzó a exportar a Japón.
A pesar de tener muy poco tiempo en el mercado, la compañía logró crecer y evolucionar, al grado de inaugurar en 1988 el Museo y Galería Lladró en Nueva York, en la Quinta Avenida de Manhattan y en 1995 se inauguró el Centro Lladró en Madrid, llegando a ocupar un importante lugar en el mundo del arte a nivel internacional.
Cabe mencionar, las obras de Lladró son hechas a mano, con una técnica característica de la marca, logrando la delicadeza y los colores pastel que definen el detalle de sus piezas.
La búsqueda de la perfección, belleza y la excelencia determinan lo sofisticado de cada escultura, luciendo en cada detalle el cuidado del artista, quien en cada obra crea una pieza única, con el fin de dar una decoración con todo el lujo y la clase buscada por los coleccionistas.
Al mencionar Lladró, los conocedores sabemos que hubo muchas horas de trabajo detrás de cada obra y no podemos evitar sentir un placer al observar los detalles minuciosos, desde una flor, un pliegue en un vestido o el traje de rombos de un payaso.
La innovación y el no poner límites a sus artistas ha llevado a la marca a abarcar diversos mercados, ya que sus obras tienen un sinfín de connotaciones, llevando al comprador a verse en la disyuntiva de qué pieza elegir, puesto que todos los modelos son sinónimos de clase y sofisticación.
En esta época, en que requerimos guardarnos en la casa, dejando de ir a reuniones, no podemos evitar ir a la introspección, dando lugar a las cosas que realmente importan. Lo que me lleva a preguntar…
¿Cuáles eran mis sueños en mi niñez?
¿Cuál es mi pasión?
¿Qué ha definido a mi familia de generación en generación?
¿Cómo puedo contribuir con mis talentos a la sociedad?
Y al contestar, al menos una pregunta, podremos encontrar un nuevo giro en nuestras vidas, sin encasillarnos en el rol que vivimos y si llegamos a sentirnos estancados, el hecho de recordar una acción que hicimos y nos generó felicidad, nos llevará a perseguir un nuevo rumbo en la vida.
Para concluir, Lladró se consolidó como marca, al definir y especializarse en el moldeado de la porcelana, dando rienda suelta a la imaginación de sus artistas, sin límites…
Puedo decir: tú eres lo que haces y lo que haces te define.
Y una simple pregunta abre el camino: ¿Para qué soy bueno?
El contestarla nos cambiará la perspectiva de la vida, al ver que está en nuestras manos el destino y ese don o talento lo podemos orientar en acciones con el fin de trascender, dejando un legado para cuando ya no estemos en este plano.
Comprendiendo el decir: es un Lladró.