El periódico ruso Komersant, cercano del Kremlin, detalló este fin de semana los caminos que podría tomar Ucrania tras el referendo de ayer en Crimea, cuya población votó mayoritariamente, como se esperaba, por el sí para reintegrarse a Rusia. Crimea fue sucesivamente griega (Kymeria o Cimeria: el país de los cimerios o Chersónesos para los griegos), romana, goda y turca hasta 1783, cuando el Imperio ruso de los zares la anexó. Pero en 1954, fue “transferida” a Ucrania por el presidente ruso (soviético) de entonces, el ucraniano Nikita Jruschov, siendo desde entonces península autónoma de Ucrania con más de dos millones de habitantes que en 60% son rusos o rusófonos. Es decir, que en los últimos 230 años, la cuasi isla de Crimea, de 26.200 Km2 sobre el estratégico mar Negro, a las puertas de Rusia y frente a Turquía, fue 171 años rusa y solo 60 ucraniana…
Para Ucrania, Komersant (www.komersant.com) analiza seis escenarios, considerando que “una futura anexión de Crimea parece inevitable”, al agitar el gobierno de Vladimir Putin el fantasma de Kosovo sobre una supuesta “limpieza étnica” de la población rusa, y cuando ni EU ni la Unión Europea (UE) están en capacidad de hacer mucho más por Ucrania, como se pudo ver desde noviembre pasado con la revuelta pro europeísta contra el hoy presidente prófugo Viktor Yanukóvich, y antes, en 2004, frente a la Revolución Naranja contra el mismo Yanukóvich que era entonces primer ministro.
Komersant que considera que los escenarios más extremos están a la orden día en Ucrania y cita al ex presidente checo Václav Klaus para quien la Ucrania actual es, en buena medida, “una entidad artificial que apenas se convirtió en un Estado independiente a la caída de la Unión Soviética hace dos décadas”, en 1991.
Así, entre los escenarios posibles para Ucrania, Komersant analiza los siguientes:
Escenario No. 1: Yulia Timoshenko, la oligarca-autócrata. Es el más probable. Para Moscú, la ex primera ministra es el “mal menor”. Pero Rusia, EU y la UE deben ponerse de acuerdo en la necesidad de mantener la unidad territorial, que el país elija su destino en las urnas y dar ayuda, incluso militar, para que el nuevo gobierno desactive a los grupos de extrema derecha.