
Estuvieron en la cárcel y, como parte de su reinserción social, ahora aprenden diseño de moda. Y entre ellos, hombres y mujeres, está el maestro, quien también estuvo en reclusión y ahora enseña lo que perfeccionó, aunque haya sido en medio de carencias, pues zurcía a mano.

Los 13 discípulos ponen mucha atención a lo que este hombre les indica, sin distraerse un momento, ya que es consultado a cada rato durante el curso intensivo de diseño de moda que imparte en el amplio salón del Instituto de Reinserción Social de Ciudad de México.

Marco Juárez es quien lleva la batuta. Estuvo seis años privado de su libertad en un reclusorio, donde aprendió a realizar costura a mano, por lo que la clientela entre internos se dio cuenta que su trabajo era profesional.
—Oyes, me puedes entubar un pantalón— le decían.
—Sí, cómo no— respondía.
—Sabes qué, yo necesito que me compongas éste porque está roto— le pedían otros.
—Sí, por supuesto.
Todos iban con Marco, quien cosía y zurcía prendas a mano. De modo que también empezó a hacer modificaciones en camisas y pantalones.
Y así fue como perfeccionó el nuevo oficio y su profesionalismo y creatividad lo llevó a tener más clientela entre internos, y dejó atrás su otra tarea, la de tallar madera, que era de lo que vivía, pero sin que le dejara lo suficiente, como sí ocurría con las pequeñas costuras, modificaciones y hasta reconstrucción total de pantalones.
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Y es que Marco empezó vendiendo dulces en los camiones —de esto ya hace muchos años— y después comerció ropa en los tianguis de La Raza y El Chopo, donde también experimentó con serigrafía y estampados.
Después vinieron las modificaciones a prendas que estaban en desuso o que ya no les quedaban a sus clientes; y, dice, las mujeres se encariñaban con alguna blusa, un vestido o un pantalón.
“Es el afecto que le tienen a ciertas prendas y no se quieren deshacer de ellas”, dice, y fue lo que siempre lo notó Marco.
Lo cierto es que su primera experiencia surgió a partir de un accidente, pues un día no midió la temperatura de la plancha y se le quedó sobre una prenda, por lo que tuvo que repararla. Esta alteración gustó mucho a los clientes. Sin querer comenzó a poner de moda la ropa intervenida.
—O sea que de un accidente nace la creatividad.
—Sí, sí, ja,ja, ja, sí, después de destruir viene la creación, ja, ja, ja. De hecho, la tela traía un estampado —recuerda Marco, sin dejara de sonreír—. Entonces ahí empezamos a tomar eso en cuenta y a conseguir textiles con estampados y bordados bonitos; y así fomentamos el arte, la cultura y el diseño. Nos dedicamos a reciclar y a restaurar textiles.
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Y ahora aquí está Marco Juárez, como asesor de diseño textil en el Instituto de Reinserción Social de Ciudad de México. “Tenemos un curso intensivo de moda en el que se imparte una capacitación de costura, patronaje y lo que tiene que ver con diseño”, comenta.
Después él organizará una pasarela con las prendas que hagan sus alumnos. “Ahora ellos quieren hacer sus propios vestuarios de uso cotidiano, sin tener que comprar en tiendas”, comenta Marco.
El propio diseñador muestra algunas prendas que creó, como son kimonos y gorras que sacaron de una falda de los años setenta. “Son telas que se habían quedado estancadas, que ya no se vendían, pero que no pierden calidad”, expone, para luego ejemplificar: “El proceso comprende desde una lavada, almidonado y planchado, para convertirla en gorra”.
—¿Y el quimono?
—El quimono era tela de un solo tono, color hueso, le dimos un proceso de teñido y sacamos los moldes. Este molde era de una chamarra. Igual le fuimos haciendo modificaciones. Es lo que estoy enseñando a los chicos: que no solo se pueden hacer a partir de moldes básicos, sino que ellos puedan tener más visión de lo que se puede hacer con una prenda.
Entre sus alumnas está Sandra Brenda, de 34 años, quien comenta: “Me gusta mucho la costura, me gusta crear los diseños y hacerlos a mi gusto”.
—¿Qué te parece el programa?
—Me parece muy bueno, me gusta mucho, nos apoyan mucho.
—¿Y piensas poner un negocio?
—Pues lo que yo quiero es maquilar ropa, maquilar uniformes.
Y aquí está el grupo del que quizás salgan modistas y modistos, como su maestro, quien por necesidad aprendió a coser y ahora es todo un diseñador y parte de una pequeña empresa familiar donde encabeza la parte creativa.
