Es tanto el cariño por los gatos en México que, de cada diez hogares con mascotas, según el Inegi, dos tenían al menos un minino en 2021; también ha crecido la industria de alimentos para esa especie, así como refugios y, ahora, hospedajes sin jaulas, por lo que una organización civil ya tiene lo que denomina un Felino resort.
Y está en la colonia Del Valle.
Todo surgió porque mucha gente pedía informes para hospedaje en el refugio llamado La Casa del Gato Gazzu, que tiene su domicilio en la colonia Condesa, donde también hay una cafetería para amantes de felinos.

Entonces sus organizadores vieron este servicio como otro medio para poder sostener los gastos para gatitos del refugio. Es por eso que se crea “un hotel libre de jaulas para gatos”.
El Felino resort tiene tres cuartos, pero dos están en remodelación, aprovechando que no es temporada alta, precisa Susana Bautista, quien colabora desde hace más de dos años en esta asociación civil.

Lo que pretenden con la remodelación es que cada cuarto tenga una temática; es decir, que cada espacio posea características diferentes para los huéspedes, que por ahora son cuatro, aunque hay cabida para treinta.
—¿Es un lugar confiable?
—Por supuesto —responde rápido la siempre sonriente Susana Bautista, cuyo gesto también se adivina tras su mascarilla de color negro.
—¿Por qué es confiable?
—Porque nosotros siempre tenemos informado a nuestros clientes; o sea, si a las doce de la noche nos pide: “ah, cómo está durmiendo, qué está haciendo”, le podemos mandar fotos, le mandamos videos, ya que aquí tenemos cuidados las 24 horas.
—Y también hay clientas extranjeras.
—Sí, en algún momento tuvimos una clienta que es de Rusia y nos comentaba que iba a visitar a su familia alrededor de unos dos-tres meses. Entonces vino a dejar su gatita. Ella nos pedía información desde Rusia. Incluso nos hacía transferencias bancarias por si le llegaba a faltar comida o arena. Estaba muy al pendiente de su gatita y nosotros procurábamos mantenerla al tanto para que estuviera tranquila.
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A la pregunta de si Felino resort es el único en su tipo, Susana Bautista —elude la palabra “competencia” y prefiere llamarlos “colaboradores”— dice que hay otras personas dedicadas a esta actividad; sin embargo, marca la diferencia, “podemos decir que nuestro punto diferenciador es que, a comparación con otros hospedajes, somos libres de jaulas”.

Es decir, los gatitos pueden estar libremente en las repisas y en las camas; y si en algún momento no se adaptara, o si busca tener su propio espacio, entonces acuden a las gateras, para que esté tranquilo y no lo sienta como una obligación de estar afuera o conviviendo con gatos que no conoce, algo que es normal en el comportamiento de los felinos.

No sobra decir que este Felino resort forma parte de Gato Gazzu, una organización, “sin fines de lucro dedicados al rescate y cuidado de gatitos en situación vulnerable”, añade Susana Bautista, quien completa la definición del proyecto: “Los rehabilitamos para promover su adopción”.
Y anexo al hotel también hay un veterinario que da servicio tanto a los huéspedes como a clientes externos. También tienen gatos en adopción que andan en la planta baja como Pedro por su casa; uno de ellos se echa en brazos de la médica y después juguetea cerca de la computadora.
“Igual con ellos no aplicamos esto de tenerlos en jaulas, a menos que estén en una situación médica”, apunta Bautista.
—Y aquí hay en adopción.
—Sí, y la gente que viene al hospedaje puede ver y convivir con ellos; también los que vienen al servicio médico pueden preguntar y con suerte encuentren una familia. O nos pueden seguir por nuestras redes sociales La Casa Gato Gazzu, CatFecito y Felino Resort.

Los dueños de los gatos también pueden traer cobijas, juguetes y comida, como puede observarse en este espacio. “Todo lo necesario para que el gato esté lo más tranquilo posible”, dice Bautista.
—Como si fuera una guardería.
—Literalmente, traen su pañalera y todo, je,je.
Es un lugar muy confortable para el gato, añade la encargada de Felino resort, quien lanza su lema: “Nuestro principal objetivo es que los gatitos estén tranquilos, pues sabemos lo estresante que pueden estar fuera de casa; aquí los tenemos seguros, aquí las ventanas están con mallas, para que no se escapen, pues hay escapistas, y tenemos vigilancia las 24 horas”.
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Y de camino hacia la azotea, poco antes de subir las escaleras, descubrimos un taller de manualidades. Hay dos colaboradoras. Elena Muñoz, una de ellas, explica que elaboran productos para el sostenimiento del refugio.

“Hacemos tacitas que se venden en el café”, comenta, para luego describir lo que hace su compañera: “Ahorita Wendy, por ejemplo, está haciendo unos trajes que se usan posterior a la esterilización de los gatitos para que no se lastimen ni se laman las heridas”.
—De alguna manera van surgiendo necesidades para los mininos…
—Sí, claro, sobre todo ahora que están en campaña de esterilización; entonces aquí mismo, después de la cirugía, pueden pedirlos. Tienen un costo especial por la campaña.

Y ya en la azotea está Kenia Noriega, encargada del taller de manualidades, quien pinta un colorido mural con figuras de mininos. “Es lo que tenemos de decoración para nuestro Cattio”, explica.
—¿Y sus nombres?
—Todos los gatos que pueden ver aquí son los más representativos que han pasado por todo Gazzu. El que está más arriba es Gazzu, obviamente; Astro, gerente de nuestra cafetería; Cratos, gerente de tienda; está Jazz y ése, que todavía no termino, que es Vaquita.
—¿Algunos de esos ya fueron adoptados o están…?
—Bueno, alguno, sí, ya se adoptaron; otros ya trascendieron en la historia, pero siguen siendo parte de nosotros.
Y aunque el refugio es temporal —comenta Kenia, siempre amable y sonriente, sin dejar de colorear— algunos gatos se quedan aquí, pues no son adoptados, y pasan a formar parte de la familia.
Kenia, como todos los colaboradores, también tiene gatos; ella, con cuatro años de antigüedad en Casa Gato Gazzu, convive con cinco mininos en su casa, allá por la estación Tasqueña del Metro.
Humberto Ríos Navarrete