La vida es una tómbola, como dice la canción, lo saben millones, entre ellos el fotógrafo David Morales, quien en el año 2001, sin proponérselo, fue enviado a Nueva York como paparazzi por una revista de espectáculos. La orden era fotografiar a Michelle Salas, hija Stephanie Salas y de Luis Miguel, en lo que sería el periplo como modelo profesional de moda. La primogénita del popular cantante y de la actriz e intérprete recibiría algunos cursos para su incursión en el mundo de las pasarelas.
Morales y su jefe llegaron a Manhattan y se trasladaron al barrio SoHo, un lugar donde Michelle Salas haría su examen para poder ingresar a una escuela de modelos. Morales y el jefe esperaron tres horas. Para el fotógrafo, que era su primer viaje a esta ciudad, no fue aburrido, pues se trata de un lugar fantástico. Por fin salió la joven y la siguieron mientras caminaba entre zonas de corredores de arte, aparadores diversos y boutiques de ropa de moda que se extienden en este sector de la llamada Urbe de hierro.

El fotógrafo mexicano recuerda que toparon con algunos colegas estadounidenses que hacían cola en una galería donde esperaban a la actriz Brooke Shields, quien se hizo famosa por su actuación en la película La Laguna Azul, allá por ochenta. “Ahora es una mujer madura, pero sin perder su impresionante belleza”, comenta Morales, quien recuerda que en eso estaban cuando de pronto la nieta de Silvia Pinal se les perdió de vista y se escabulló. Luego se percatarían que había entrado al Metro.
De todos modos, ya habían tomado suficientes fotos para publicarlas en la revista, por lo que dieron por terminada la jornada laboral y comenzaron a turistear. Fue cuando David entró a una librería de viejo. De pronto llamaron su atención algunas revistas de National Geographic de 2006, “no muy viejas, pero ya ves, uno como fotógrafo no puede dejar pasar la ocasión y darle una ojeada a esa revista”.
Y ahí descubrió algo.
“Al darle un vistazo a las páginas —rememora 22 años después— me topé con un reportaje dedicado al artista visual vietnamita Binh Danh, quien había realizado un proyecto impreso sobre hojas de plantas dedicado a los desaparecidos en la guerra de Vietnam, llámense soldados estadounidenses, soldados vietnamitas, civiles”
.
Era un homenaje a todos aquellos que ya no se supo más de su existencia en esa guerra (1955-1975) en la que hubo millones de muertos, heridos y desaparecidos de todos los bandos.

“Fue un acto de abducción; quedé atrapado por las imágenes, pero también por el hecho de imaginar cómo fue que logró imprimir en hojas”, recuerda en su casa David Morales.
Y a partir de ahí comenzó su investigación sobre cómo imprimir sobre la superficie de las hojas de las plantas
.
De regreso a México comenzó a practicar durante dos años para poder lograr una impresión hasta que le gustara el resultado final.
Pasó el tiempo y se vino la crisis de los medios impresos. Él fue despedido de la revista sin dejar su oficio.
La otra crisis fue el azote de la pandemia. Pero David Morales, integrante de una familia dedicada, desde hace muchos años, a las artes gráficas, no se quedó con los brazos cruzados.
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Ganador de premios internacionales, como el Walter Reuter, con la imagen de una pareja de danza clásica, su oficio de fotógrafo, sin embargo, dio un extraño viraje durante la pandemia. Entonces, para su enseñanza, retrocedió dos siglos. Fue un viaje en el tiempo.
La razón es que David Morales tenía que impartir clases en línea y, como todo el mundo, su salida a la calle estaba restringida.
“Doy clases de fotografía en la escuela de cine y fotografía, que es Pohualizcalli de Iztapalapa, y en el Museo Anahuacalli, fundado por Diego Rivera. Los géneros son Desarrollo de técnicas”, informa David, quien comenzó como fotógrafo profesional al inicio del presente siglo, aunque desde antes ya tenía experiencia en revelado.
David y su familia vendían fotos con imágenes de actores y actrices del cine mexicano, además de figuras del rock, en tianguis y en ferias. “Era el proceso tradicional: revelar, imprimir, hacerlo en sepia, el montaje, pegarlo a un bastidor, luego una capa de resina y así sobrevivimos mucho tiempo”.

—La tienes como ícono a Frida.
—Sí, me gusta conocer de su vida, de su historia. Ahorita, por ejemplo, tengo la dicha de estar dando clases en el Anahuacalli de las técnicas antiguas.
Como fotógrafo estuvo en Excélsior y luego en TV Notas. “Me aventé 15 años trabajando como fotógrafo”, rememora, “pero en pandemia fue la crisis para muchas empresas, y fue que de ahí empecé a desarrollar las técnicas, dando clases en línea”.
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En su casa de la alcaldía Iztacalco, donde trabaja, comenta que era necesario que las clases continuaran. Fue por eso que recurrió a la antigua práctica.
“La técnica que empecé a desarrollar se llama clorotipia. Esto es usar la hoja de una planta como papel fotográfico, aprovechando su sensibilidad, y es ahí en donde arranco”, narra David Morales, quien practica una técnica sencilla, pero laboriosa, pues depende de la luz del sol.
El método no era nuevo, ciertamente, pero tuvo que documentarse más, sin que le fuera tan difícil. “No soy el que descubre la técnica, sino simplemente la retomo”, opina con honestidad, “porque son técnicas que se usaron hace 200 años”.

—Y lo hacías en línea.
—Las retomo y las desarrollo en mis cursos en línea —dice—, porque ¿cómo desarrollas una técnica de fotografía cuando todos estamos encerrados con la pandemia? Eran los únicos elementos que tenemos en casa, como plantas y otras cosas.
—¿Y qué otros elementos?
—Cosas que están en la cocina; para los virados, por ejemplo, usamos el bicarbonato. Otro ejemplo, para hacer un virado en cianotipia, usamos vino tinto; el té de mate se usa para cambios de color en cianotipia.
Entonces todos esos elementos lo ayudaron para que el curso fuera interesante a pesar del encierro. Es decir, que los alumnos aprendieran sin salir de casa a comprar papel fotográfico, en caso de la fotografía tradicional, pues además no había dónde.
—Y retrocediste casi 200 años.
—Sí. De hecho, en mis cursos, como lo acentuó, es un viaje en el tiempo. Estamos viajando 200 años atrás.
—Y sumaste más técnicas.
—Clorotipia, que es impresión en hojas; cianotipia, que es usar sales de hierro, como extracto, y la antotipia, que es usar vegetales o los tintes de las flores para imprimir también fotografías.
—En tus impresiones aparece con frecuencia el rostro de Frida sobre hojas de cannabis— se le comenta y enseguida aclara.
—No soy consumidor como forma lúdica, lo tengo que advertir, pero quería desarrollar la planta de forma cultural, artística, para cambiar un poco la visión de las personas, porque de 2006 a 2012, más o menos, estuvo la guerra del narco y se estigmatizó. Entonces es una forma de recuperar el culto que tenía en la época prehispánica.
Son técnicas con las que se hace un viaje en el tiempo, subraya David Morales, profesional de la fotografía y una de cuyas imágenes, la clásica de nuestra curandera y chamana María Sabina, que plasmó sobre una hoja de cannabis, es exhibida en el museo Cannábico de Ámsterdam.