Jesús es dueño de una taquería que se ha convertido en centro de reunión familiar, de amigos y clientes de todos los niveles sociales; ha recibido premios por vender productos de calidad. La propiedad es herencia de sus padres, a quienes rinde homenaje por sus enseñanzas y los frutos de este negocio que han beneficiado a él y los suyos.
Su oficio de taquero armoniza con la de cirujano dentista, cuya profesión practica en la planta baja del amplio inmueble. pero no solo eso: Jesús es apasionado por la lucha libre.
La taquería de carnitas, ubicada en una zona popular de Ciudad de México, fue bautizada como Chabelo.
—¿Por qué Chabelo?
—Mi padre se llamaba José Isabel Ornelas.
—¿Y a quién tengo enfrente?
—A Chabelo, por el momento.
—¿Y quién es Chabelo?
—La esencia de este lugar.
—¿Y este lugar qué es?
—Una herencia de amor que me dejaron mis padres para darle continuidad y seguir mi camino en esta vida.
—Usted empieza desde niño en este negocio.
—Sí, apoyando a mis papás, ayudándoles.
—Y ha rendido frutos.
— Este negocio nos ha dado todo lo que nosotros tenemos, como la cuestión de cubrir necesidades escolares, de vivienda; de todo nos ha dado. Con este negocio yo terminé mi carrera de cirujano dentista, y mis hijas también; o sea, vamos, este negocio nos ha dado todo.
El propietario de la taquería, Jesús Ornelas, es autor de mensajes y frases que tiene en los muros de su oficina, lo que es un reflejo de su personalidad, mientras que en paredes de la taquería lucen fotos de luchadores.
Y más.
En la taquería hay una zona especial de consumo para que los clientes aprecien más de cerca las imágenes de luchadores, mientras saborean sus tacos que, no deja de insistir, tienen control de calidad y están verificados.
—¿El valor extra de este negocio son las luchas?
—Bueno, te contestaría de manera más empresarial: el valor que tiene la taquería Chabelo como empresa es que atiende a diferentes grupos de interés; a qué me refiero con esto, pues a nuestros clientes: cuando vienen aquí pueden tener la seguridad de consumir un producto inocuo, porque todos los procesos están verificados; están, vamos, revisados, porque tenemos instructivo de calidad que nos han permitido diferenciarnos de otros lugares.
—¿Y las luchas?
—Entonces tenemos la temática de la lucha libre. A qué que me refiero: Combinamos la pasión personal, la pasión por hacer bien las cosas y la cuestión de la comida mexicana. Y en este caso nos hemos especializamos en las carnitas, carnitas de cerdo, estilo Bajío.
Las paredes del local, en general, están cubiertas de fotografías de luchadores y luchadoras, lo que confirma su afición por ese deporte; y una de las características es que en la sala especial se aprecia aún más de cerca el mosaico de pinturas donde destellan rostros y músculos desde clásicos, hombres y mujeres, algunos de los cuales han sido polémicos por su conducta fuera de los encordados, lo que ha contribuido a sus famas.
—Aquí hay figuras icónicas…
—Bueno, la demanda de espacio nos hizo ver cómo promovíamos el aforo, que es de 98 personas. Entonces esta área se veía muy sola. Era una pared blanca. Lo que hicimos fue aprovechar estos lienzos. Este mural, por ejemplo, lo hizo un pintor que se llama Israel Palma. Es un homenaje a la lucha libre. También hay chicas.
Y es que Jesús ha sido líder de la porra de Tepito en este deporte, por lo que su rostro no podía faltar.
“Es como rendir un pequeño homenaje a todos héroes del pancracio, incluidas las chicas, y en esto se también incluimos al anunciador, al réferi y a la porra”, comenta Ornelas.
Y sobre la serie de reconocimientos, algunos a nivel nacional, como el premio nacional de calidad en el sector turístico, explica:
—Para ser químico de la salud, pues tienes que contar con una situación de inocuidad en todo lo que tú manejas, y esa inocuidad yo la he traspalado a mi negocio. Entonces nosotros, desde 2011, contamos con incentivos de calidad que garantizan la manipulación y la transportación de los alimentos o el mismo manejo de ellos.
Y nos retiramos de Carnitas Chabelo, un negocio que surgió hace décadas en un terreno baldío, cuyo dueño, José Isabel Ornelas, heredó a quienes hacen honor con su empeño; y aunque durante la pandemia redujeron las ventas, ya se recuperan en este negocio de tradición familiar.
