Tiene 18 años dedicada al rescate de gatos; en ese lapso formó una hermandad y un proyecto que incluye una clínica veterinaria. La matriz está en el número 275 de avenida Baja California, colonia Condesa, donde creó una comunidad cuyo nombre sintetiza todo: Catlovers.
La historia de Helena Zulbarán nace a partir de que tiene a Gazzu. Él la inspiró. Entonces nació La casa del Gato Gazzu, AC, y se propuso la tarea de dar a cada gatito una atención integral, hacer campañas y concientizar sobre el proceso de “adopción responsable”, de modo que cada año suman alrededor de 300 mininos, todos esterilizados y con pruebas de leucemia.
También incluye capacitación sobre el cuidado, comenta Helena durante una plática en CatFecito, “una cafetería temática, un lugar increíble”, dice, donde cuidan y rehabilitan gatitos para procurarles un hogar.
Helena se emociona mientras abraza a uno de los gatitos que juguetean en este espacio que visitan hombres y mujeres de todas las edades; desde niños con sus madres, hasta parejas de jóvenes.

“Lo que buscamos es que estos gatitos puedan ser consentidos, pero que también sea un escaparate para que la gente venga, los conozca, los adopte y formemos una familia”, esboza Helena.
—¿Por qué haces esto?
—Porque amo a los gatos y porque tengo la firme convicción de que todos merecemos ser parte de una familia.
—¿Y los requisitos para darlos en la adopción?
—Se requiere que estén fervientemente enamorados de ellos, que los conozcan; llenar un cuestionario vía internet y venir a conocerlos; deben traer transportadora, eso es importante, y dejar un donativo.
Los donativos permiten seguir ayudando a otros gatos; además, recuerda, siempre están en contacto con quienes los adoptan.

El propósito es crear una “gran” comunidad de CatLovers. “Nosotros mismos nos auto llamamos Cazzuzeros; entonces —agrega Helena— vamos creando esa familia enorme”.
***
Helena Zulbarán reconoce que, “desgraciadamente”, hay muchas personas que dejan animales abandonados en cajas, afuera del centro de adopción, o los amarran con lazos. “Es muy triste, porque varios de esos gatos tuvieron una familia y de repente, cuando se convierten en gatos viejos o gatos enfermos, deciden ya no tenerlos”.
—Es triste.
—Sí, afortunadamente está el otro lado del espectro, donde hay mucha gente buena que decide ayudarlos, como hacer voluntariado en la asociación, estar con nosotros y seguir aportando mucho amor y cuidados a estos gatitos.
—¿De qué vive la asociación?
—La asociación Gato Gazzu vive de donativos, ya sea en especie o en efectivo, también vivimos de lo que generamos en la venta de hamburguesas con cara de gatitos, y de los pasteles; tenemos una cerveza con el nombre de Miau. Todo eso nos ayuda a tener recursos para poder solventar los gastos.

—También tienen un consultorio.
—Tenemos un consultorio de bajo costo. Nuestra misión es y será que la gente pueda acceder a esterilizaciones y vacunas, para que sus gatos estén bien; no se trata solamente de que los adopten, sino que cuando estén adoptados en esa familia tengan todos los requerimientos necesarios.
La asociación está formada por 62 personas, más los voluntarios, que a veces suman 32, tanto nacionales como extranjeros. “Es muy padre que gente de otros países venga y se toma el tiempo de estar con nosotros; eso me parece increíble porque permea y habla de la labor que estamos haciendo”.

—De donde vienen.
—Hemos tenido de Estados Unidos, de Australia, de Inglaterra.
—¿Los visitan y envían donativos?
—Tenemos las dos opciones; pero cuando abrimos el voluntariado internacional, nos visitan, les enseñamos el país, que además es algo maravilloso; pero además de estas visitas guiadas que les damos por diferentes lugares, cuidan a los gatitos.
***
Se le pregunta a Helena Zulbarán la diferencia que existe entre México y otros países sobre la protección de animales.

“El recurso económico es la gran diferencia; en Estados Unidos —ejemplifica— podemos ver gente que se dedica a dar herencias; hay legislaciones y leyes muy claras sobre cómo dar herencias a ONGs; en México no sucede, tampoco hay apoyo gubernamental; nosotros lo que recibimos son donativos de extranjeros, de personas que ya traen de su país esa educación”.
—Pero son deducibles de impuestos.
—Sí, claro, somos deducible de impuestos desde hace muchos años. Y este beneficio fiscal es algo que también motiva a las personas.

—El tope es de cien gatos.
—Sí, pero ahorita tenemos 115 mininos. Estamos un poquito rebasados. Nosotros podemos albergar 100 gatos en perfectas condiciones y hasta 10 gatos que no estén en estricto estado de salud.
—Llegan enfermos.

—Llegan quemados, torturados, muchos con fracturas. Nosotros hacemos las cirugías; tenemos médicos que nos apoyan, que es muy importante hacer esas alianza para que tengamos médicos expertos en el área.
—También hay voluntarios profesionales.
—Sí, claro, tenemos contadores, gente que hace publicidad de manera gratuita, precisamente para ayudar a los gatos. La misión de Gazzu es juntar a toda esta gente que ama a los gatos, para hacerlo de una manera muy profesional y además de que siempre salgan beneficiados los gatos.

Y aquí está parte de esa gente que ama a los gatos, como Ruth Vigueras y su amiga Jacqueline Rosales, quienes vienen a consumir, a observarlos y acariciarlos; también la niña Jessica Mociño —acompañada de su madre—, quien tiene 7 gatitos en su casa, allá en Cancún, y está aquí porque vio anunciado este refugio en las redes sociales.

—¿Qué sientes ver a estos gatito?

—Me da mucho gusto que los adopten. Porque la verdad sí se siente muy feo verlos en la calle. De hecho, cuatro de mis gatos llegaron de la calle; los otros los habíamos adoptado.
Humberto Ríos Navarrete