Desde su niñez, adolescencia y juventud sus pasos la llevaron a estudiar danza contemporánea, hasta cursar la licenciatura en Querétaro; pero durante los picos del Covid 19 comenzó a hurgar en las redes sociales y descubrió su vocación; decidió entonces salir de su casa, en la colonia Roma, en busca de aquel gimnasio donde iniciaría el viraje de su vida.
Tenía la complicidad de su hermana mayor, ambas en bicicletas, con quien se internó en la colonia Centro y llegaron a la calle Vizcaínas; allí encontraron lo que buscaban. Con sus escasos ahorros pagaron los primeros ejercicios, empezando con el levantamiento de pesas.

Y a los pocos días de haber iniciado, la estudiante del Centro Nacional de Danza Contemporánea, CENADAC, supo que eso era lo suyo.
Todo cambió en ella cuando las cosas también mutaron no solo en México, sino en todo el mundo; Candela sintió un quiebre cuando volvió a Ciudad de México, procedente de Querétaro, para tomar clases en línea; le desagradó demasiado, pues cómo algo corporal va a ser en línea cuando —pensó— ni siquiera te pueden ver, ni siquiera lo sientes.
Y esa necesidad de seguirse moviendo fuera del espacio digital la encontró en un lugar donde también enseñaban lucha libre, algo que la llenó de alegría, pues de niña admiró a Santo, el enmascarado de plata, representado en muñequitos con los que jugaba.

Ahora cumplía los 21 años, edad suficiente para reiniciar el camino que, al fin y al cabo, era seguir trabajando con el cuerpo.
Y todo eso lo encontró en el Gimnasio Metropolitano, ubicado en el número 13 de Vizcaínas, colonia Centro, que había rastreado.
Ahí estaba el profesor Súper Pinocho, del Trío Fantasía, integrado por Súper Muñeco y Súper Ratón.
Y con el primero comenzó a entrenar. Su hermana desistió y solo ella, con su menudo cuerpo, quedó prendida en ese lugar.
Y se emocionó aún más cuando supo que en ese gimnasio también entrenaban Mil máscaras y Psicodélico, entre otros conocidos luchadores en el ámbito de ese popular deporte.

Pasaron dos meses de duro entrenamiento; y cuando, al término de ese lapso, le tuvo que decir a sus padres.
“De comienzo ni siquiera queríamos decirles dónde estaba el gimnasio, porque siempre hemos vivido en la colonia Roma”, recuerda Candela.” Y además veníamos de noche”.
—Y en bicicleta…
—Sí, en bici veníamos de las ocho a las diez, diez y media. Cuando teníamos lucha, llegábamos a las seis y nos íbamos al cuarto para las nueve.
Después cambiaría de gimnasio.

—¿En qué momento se dan cuenta tus padres?
—Como a los dos meses. Primero le dijimos que veníamos a hacer pesas; luego, empezamos a contarle, porque le enseñamos videos de lo que hacíamos. Y le decíamos: “No, pues el gimnasio está por Salto del Agua”, pero nunca les dijimos bien la dirección.
Un día llegó temprano al gimnasio y coincidió que sus padres andaban por ese rumbo, empezando por la calle Artículo 123, y aprovecharon para preguntar a vendedores ambulantes “en donde daban luchas”, y fue así como llegaron al gimnasio donde entrenaba Candela.
—Entonces ustedes venían casi de clandestinas.
—Exactamente. Por eso no queríamos decirles a nuestros padres. Este es un gimnasio con un aforo muy chiquito. Al comienzo, en la lucha, era el maestro, su ayudante, mi hermana y yo. Cuatro personas.
***
Y ahí estaba Súper Pinocho, su primer mentor, una figura importante de la lucha nacional en los ochenta, un ícono del Pabellón Azteca, quien le enseñó las bases y un entrenamiento intensivo.
Súper Pinocho tenía tres chavas a su cargo, incluida Candela, quien al final quedó sola y esto le sirvió para avanzar más rápido.

El mencionado luchador es parte de una empresa independiente, originaria de Tulancingo, Hidalgo.
Pasaron los días y en noviembre de 2021 le dijeron que en Tulancingo le dedicaban un mes cada año a lucha libre. Entonces le propusieron que el día 28 debutara con Camuflaje, otro de sus profesores.
Desde entonces, ya como Candela, La bruja vudú del ring, forma parte de los nuevos rostros de La pandilla, una empresa muy pequeña, llamada Lucha Madre, donde están varios luchadores independientes.
“Yo soy una luchadora que aún está en proceso”, acepta quien diseña sus propios trajes y máscaras.
—Y también luchas con hombres y mujeres.

—En efecto —asienta y aclara—, un boom que surge en el circuito independiente, en el 2000, pues el Consejo no permite las luchas mixtas. Todo lo que surge es de autogestión.
Candela refiere que el 21 del pasado mes fue el Día de la lucha libre. Ese día reflexionó: “Para mí la lucha libre es un mundo maravilloso, porque es la expresión de identidad mexicana y un perfecto equilibrio entre lo estético y lo escénico con lo físico y deportivo”.
Y ahora amarra con una reflexión:
“Yo quiero involucrarme más, porque como mujer digo a donde voy: somos dos mujeres por 15 hombres. Sí hay muchas luchadoras, pero la brecha sigue siendo muy grande, y yo digo que debemos apropiarnos de nuestro cuerpo y de nuestras capacidades”.
***
Después llegó a un gimnasio nuevo, Bandido's Gym, del luchador Bandido, en Iztapalapa, y comenzó con el profesor Platino, el menor de Los Metálicos, un grupo muy importante de los 80-90 de la lucha nacional, con quien está agradecida, pero tuvo algunas diferencias y finalmente se quedó con el maestro Camuflaje, con quien cumplirá dos años.

—¿Es más dura la danza?— se le pregunta.
—Está bien, pero tiene una pedagogía muy arcaica que se basa en que aprendas y tenerte controlada a partir de meterte sus ideas o de agredirte emocionalmente.
—Y tú querías ser más libre.
—Pues sí, justamente llegar a lucha y me hizo sentir libre. Encontré la libertad entre los costalazos y los golpes, ¿no?
—¿Te sirvió la danza para amoldarte?
—Claro, en cuestiones corporales, que aquí se llaman distinto, pero yo ya las conocía: la fuerza, la coordinación.
—Pero además has modelado tu cuerpo con ejercicio.
—Claro, porque cuando comencé a entrenar lucha yo pesaba 39 kilos y ahora peso 50. También he tenido un acompañamiento nutricional.
La madre, Mayra Castillo Santín, acepta que no fue difícil dar con el lugar donde entrenaba su hija.

—¿Y qué opina?
—Fue sorpresivo —comenta la flautista, siempre sonriente—, pero no molesto; yo la veo que está muy feliz, que han encontrado lo que en la vida la mueve y está muy entregada, muy apasionada.
Y a su hija, de piel canela, se le pregunta:
—¿Y por qué Candela…?
Responde:
—Me pareció un nombre que expone la estética negrezca y mestiza en América, además de sencillo y con carácter
—¿La Bruja vudú del ring?
—Yo germino a Candela por la necesidad de retomar la casi remota herencia de la negritud que corre lejana en mi sangre; además, en el imaginario de la lucha libre no existen muchos personajes que refieran a las africanas. Por eso me pareció perfecto posicionar mi personaje en un entorno fantástico-mítico, lejos de las ya choteadas “diosas", "princesas" y "ladys".
Así de segura es Candela, La bruja vudú del ring.

Humberto Ríos Navarrete