La indagatoria sobre el asesinato de dos periodistas es uno de los casos más significativos, cuyo móvil fue el robo, y más aún: que los cuatro asesinos, incluido un adolescente, hijo del cabecilla, habían depositado su confianza en la santería, una práctica usual en el ámbito criminal, pero al final no fueron protegidos por representantes de esa creencia religiosa, y entonces pudo más la estrategia de los investigadores, entre los que estaba una mujer, quien de joven abrazaría con pasión el oficio de sabueso.
El homicidio de las reporteras fue de los más difíciles en resolver. Los cadáveres habían sido abandonados en instalaciones deportivas de Iztapalapa, una de las delegaciones con más altos índices delictivos, junto a su vecina Gustavo A. Madero, cuya colindancia con el Estado de México hacen arriesgadas las pesquisas, pues en pocos segundos los sospechosos pueden saltar fronteras y camuflarse entre vericuetos. Los policías tenían órdenes de meterle velocidad al asunto y ser minuciosos.
Integrado por 10 agentes, el grupo especial de la Policía de Investigación, dedicado a casos de alto impacto, tardaría cuatro meses en esclarecer la trama, pues los involucrados vivían en zonas de alto riesgo y tenían antecedentes por robo. Uno de los culpables, menor de edad, era hijo de quien había planeado el doble asesinato, el cual sería clasificado como feminicidio, debido a la ferocidad de los criminales.
Las tareas de inteligencia llevaron a los detectives hasta la colonia 2 de Octubre. Un intrincado y extenso caserío. Era septiembre de 2011. La agente María Victoria Pérez Sánchez, ahora de 32 años de edad, participaba en una de las más importantes investigaciones en su novel carrera policial. Ponía en práctica sus conocimientos adquiridos en las carreras de Técnico Universitario en Investigación Policial y perito en criminalística.
Llegaron a la casa del sospechoso, quien practicaba la santería, una creencia de la que algunos devotos están convencidos que los protege de cualquier problema. “Creen que son inmunes e impunes”, comenta Pérez Sánchez, quien también estudió la licenciatura en Derecho. “Ellos piensan que jamás los van a detener porque están protegidos por un padrino”.
—Pero se topan con el largo brazo de la ley...
—Jajajá, sí —ríe esta fisicoculturista, de 1.56 de estatura, de discretos bíceps que denotan su afición por el ejercicio tempranero.
El encargo de aclarar la muerte de las periodistas formó parte de una larga investigación durante la cual, como en otros casos, los detectives durmieron poco y trabajaron duro.
—¿Interrogaron?
—No —responde—, entrevistamos.
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María Victoria Pérez Sánchez, agente de Investigación de la Procuraduría General de Justicia de CdMx, ha participado en varias pesquisas “relevantes y de alto impacto”, lo que le han merecido premios; también primeros lugares en aprovechamiento académico en sus nueve años de labor.
En 2014, la Asamblea Legislativa le otorgó la Medalla al Mérito Policial; el pasado 30 de julio, apenas la semana pasada recibió del jefe de Gobierno capitalino, José Ramón Amieva, y del procurador, Edmundo Garrido Osorio, la medalla Luis F. Aguilar Villanueva, “por sus aportaciones sobresalientes en beneficio de la ciudadanía”.
—¿Qué significan estos premios?
—Acrecientan la motivación para continuar preparándome y desempeñar mi trabajo con mayor compromiso, eficiencia, profesionalismo, responsabilidad y respeto con la sociedad, así como con la institución; agradezco al gobierno de la ciudad y a la procuraduría...
En 2009 causó alta como Policía de Investigación, después de 12 meses de capacitarse. Esto ocasionó que truncara su carrera de Derecho —que más tarde terminaría—, pues en aquel año, 2008, llamó su atención un cartel distribuido en la escuela: anunciaban un curso en materia penal, impartido en el Instituto de Formación Profesional de la procuraduría, al que asistió y, en forma paralela, observó las actividades, incluido box y otras disciplinas, que practicaban los futuros agentes.
—Y eso llamó su atención.
—Sí, y pensé: esto es lo que quiero ser. En ese entonces estaba la transición de la Policía Judicial a la de Investigación. Me acerqué a un instructor y me dijo: “Estos son los futuros policías de investigación”. También que estuviera pendiente de la convocatoria.
Ella frisaba los 21 años.
Esperó, ingresó, terminó el curso y se integró a un grupo especial, comandado por Raúl Peralta, entonces encargado de Inspección Interna y que después ascendería a jefe general.
“Nuestro trabajo es de inteligencia, buscamos el factor sorpresa”, explica Pérez Sánchez, quien trae fajada en la cintura una pistola Glock 25, calibre 380, con 15 balas en el cargador.
Es la misma que en 2012 —informa con una sonrisa— participó en el concurso Miss Ciudad de México.
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Los cuatro culpables de la muerte de las periodistas, comenta María Victoria Pérez Sánchez, eran adictos a la santería.
El primer sospechoso, encontrado en la colonia 2 de Octubre, se opuso al arresto e intentó correr, mientras vecinos agredían con piedras, tabiques y cubetas a los agentes.
—¿Sin disparo?
—Sin disparo —dice Pérez.
Al menor de edad, hijo del santero, lo detuvieron en Querétaro. Tenía 17 años de edad. El tercero, frente a la Fiscalía de Homicidios, en avenida Jardín, pues fue a ver a los presuntos.
—¿Por qué estaba tan confiado?
—Porque también practicaba el rito: era ayudante del santero. Él participa en el asalto a un microbús sobre la calzada de Tlalpan, pero era en Iztapalapa donde él se sentía cómodo y seguro.
Otro de los cómplices fue apresado en avenida Las Torres. “Él dijo que apenas se iban a encontrar con otro”, recuerda la agente. “De hecho ya lo veníamos siguiendo; nos dijo que iban a otro jale”.
Uno más, también santero, intentó correr cuando iban por él. “Nada más le informamos del ordenamiento”.
Es solo uno de varios casos en los que ha participado para esclarecer. En uno más, por ejemplo, fue cuando detuvieron a una mujer que había participado en el asesinato de un famosa pareja.
La detuvieron después de que dejara a su hijo en el jardín de niños. Ella traía una pistola en el bolso. La madre, que atestiguó la detención, solo movió la cabeza. “Sabía quién era su hija”, reflexiona Pérez.
—¿Qué piensa de los malos?
—Lo que uno se pregunta es el ambiente en que crecieron y se desarrollaron, qué les llevó a cometer este tipo de conductas.
—¿Y qué dice del miedo?
—El miedo existe porque soy humano, pero hace que sigamos adelante.
Al final, Pérez Sánchez muestra con orgullo una felicitación enviada por Mauricio Sulaimán Saldívar, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, quien le escribe: “Me permito felicitarla por haber recibido la Medalla Luis F. Aguilar Villanueva que le entregó la Escuela de Administración Pública, por sus elogiables acciones a favor de Ciudad de México”.