Espectáculos

Duda

“Un texto dramático es un texto incompleto, y no está completo hasta que no tiene la otra visión del director y de los que participan en el montaje. Es muy difícil que tú, como autor dramático o como guionista de cine, digas: ‘esto no responde a mi visión, no es así como yo imaginaba las cosas’. Es una reacción un poco egoísta y narcisista quizá; yo pienso que, cuando escribes ese tipo de textos, debes estar abierto a que tu visión de las cosas pase por la visión de otro creador. Y el texto dramático y el guion cinematográfico son géneros a medias, hasta que tu texto no se lleve a escena o filme, y ahí tiene uno que abrirse a la otra interpretación”.

Las palabras anteriores son de Luis Zapata, a quien todo mundo ubica como autor de El vampiro de la colonia Roma, y que desarrolló su trabajo literario como novelista, por lo que no deja de llamar la atención esta reflexión que pudiera parecer obvia pero no lo es para nada, pues a final de cuentas el texto de una obra de teatro se “completa” hasta que llega al escenario.

Y ese paso de llegar al escenario puede tener múltiples interpretaciones del equipo creativo que comanda el director de escena.

Todo esto viene a colación por el montaje de Duda, que actualmente hace temporada, y que poco o nada tiene que ver con lo que ya habíamos visto de la misma historia, tanto en teatro como en cine.

Escrita por John Patrick Shanley, Duda es una de esas historias que impactan, que pegan en el cerebro y el corazón y que orillan-obligan al espectador a revaluar sus creencias sobre el tema que se desarrolla en escena, en este caso el abuso infantil al interior de la iglesia católica.

La obra se estrenó en el 2004 Off Broadway, y fue tan su impactó que cinco meses después se trasladó al circuito comercial de Nueva York, en un montaje que obtuvo 4 premios Tony y el Pulitzer a la mejor pieza teatral.

Dos años después llegó a México en una inolvidable puesta en escena producida por Morris Gilbert y dirigida por Jaime Matarredona, que reproducía a la perfección el convento en el que sucede la acción en el Bronx de los años 60.

En 2008 se estrenó su versión fílmica con Maryl Streep y Philip Seymour Hoffman a la cabeza de una cinta de época que conservaba la espacio-temporalidad original.

Hago este largo recuento porque la puesta en escena de Duda, que ahora hace temporada los lunes en el Foro Shakespeare, cumple al pie de la letra lo que dice Zapata: al brillante texto de Shanley hay que sumarle un montaje muy creativo, moderno, diferente; con lo que se “completa” una propuesta realmente soberbia del director José Sampedro.

No quiero hablar mucho del montaje, para no arruinar la experiencia al futuro espectador, sólo diré que el peso mayor --por no decir único-- de la propuesta se centra en el trabajo actoral. Y para apostarle a ellos, tiene que contar con cuatro estupendos histriones, y aquí los hay de manera superlativa. Ellos son: Emma Dib, Antón Araiza, Conchi León y Ana Guzmán Quintero.

Cada uno de ellos, que en lo personal tienen carreras sólidas y versátiles, se entregan aquí a plenitud a la propuesta del director y logran un trabajo digno de ovación: ¡Bravo, bravo, bravo!

Belén Ruiz, autora y ejecutante de la música original de cello, es el quinto elemento en el escenario. Y su presencia da un toque absolutamente único.

Antonio Saucedo Azpe (escenografía); María Vergara (iluminación) y Cristina Castañeda, completan el equipo creativo; de esta producción de Carlos Martínez Vidaurri y Daniel Delgado, de Playhouse.

Duda se presenta los lunes hasta el 10 de junio, en Zamora 7, colonia Condesa, en el foro Shakespeare. ¡No hay que perdérsela!


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Hugo Hernández
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