La novela “El Castillo de los Cárpatos”, publicado en 1892, por el escritor francés, Jules Gabriel Verne, nos habla de terror. Se sale de su usual tema, la ciencia ficción, aunque al final de la historia la retoma.
El género es novela gótica: “Deriva de godo (aristocrático) el tema son castillos embrujados, almas, vampiros, con penumbra, todo nacido de leyendas populares.”
El Castillo de los Cárpatos está en Transilvania, feudo del barón Rodolfo de Gorzt, último de su linaje. Al quedar solo, un día se esfuma. Se dijo que se dedicó a recorrer Europa y lo mataron. Hoy ya nadie duda de su muerte.
El castillo existe vacío desde hace más de veinte años. La gente jamás se acerca ni por descuido, lo tienen como malo.
Un día un pastor compra un catalejo y ve salir humo o ¿acaso espíritus? Asustado va al pueblo con la noticia, todos entran en pánico. Hay que averiguar. Nadie quiere ir.
Un guardabosque se presta pero que lo escolte el doctor, que se jacta de no creer en espectros. No quiere. En la discusión están cuando de pronto se oye una voz de ultratumba que amenaza al joven: “¡Nicolás Deck, no vayas al castillo o te ocurrirá una desgracia!” Todos quedan aterrados, ahora más que nunca se debe ir. Obligan al doctor. Al otro día, los dos salen.
Llegan y, entrada la noche, ven luces, vampiros, hipogrifos, voces salen de la torre, una campana tañe. Tiemblan; Nicolás no se achica, sube por el puente elevadizo, arriba algo lo avienta, cae desmayado. Al doctor le toman los pies. Regresan y cuentan, la aldea verifica que el castillo vive embrujado.
Tiempo atrás de esto, en Nápoles, Italia, Stilla, la cantante de moda es loada por todos, entre ellos hay un anónimo que es asiduo a sus actos. Él no puede dejar de oír su voz, la sigue por todos lados. Ella no lo conoce, jamás da la cara, mas sabe que siempre está ahí. La actitud del adepto le molesta, al grado que su salud se daña y anuncia su retiro. El conde Franz de Telek, le pide que se casen, acepta.
En la última función, donde Stilla cautiva a todos, el oculto enseña la cara: “De una horrible palidez, exangüe, ojos ardientes.” Ella lo ve: “La cara del barón de Gorzt la aterra… un raro espanto la paraliza… Se lleva la mano a la boca, que se enrojece con sangre y cae…” Franz corre, la toma y grita: “¡Muerta…! ¡La Stilla ha muerto!” Franz se desmaya, despierta y pregunta por el barón, nadie sabe. Franz se encierra por mucho tiempo en su castillo.
Un día, Franz con su escolta, Rotzco, pasan por el pueblo de Werst, oyen del castillo, le dicen que es del barón Rodolfo de Gorzt. Piensa en lo ocurrido. Decide ir. Llegan en la noche y de pronto ven luces, monstruos, pero también a Stilla cantando en la torre. Deduce que la raptó Gorzt. Le pide a Rotzco que vaya por la guardia, mientras él va por ella. Con aprietos entra al castillo, lo atrapa Gorzt y su ayudante Orphanik, un científico relegado.
Franz escapa. Se enfrenta al barón, cuando él ve y oye a Stilla. Lo encara por tenerla presa. El barón se ríe, toma un puñal, le da en el corazón a Stilla, un enorme vidrio cae roto, se esfuma Stilla y la voz. Franz se desmaya. Se oye un tiro de Rotzco que da en la caja de donde sale la voz y Stilla. Gorzt pierde todo. Detona la torre, muere entre las piedras.
Así acaba la historia, pero Verne nos revela los eventos, la voz en la taberna es a través de un cable telefónico. Nicolás recibe una descarga eléctrica, las voces por un fonógrafo. Los rayos, monstruos y la figura de la Stilla son emitidos por un juego de espejos y luces, todo hecho por Orphanik. A esta tecnología, hoy le llamamos holografía: “Técnica avanzada de fotografía que crea imágenes tridimensionales basadas en el empleo de la luz.
El libro en casi todo nos recuerda a “Drácula” de Bram Stoker, 1897, “El castillo de los Cárpatos” es de 1892, cinco años antes. ¿Acaso es un plagio? Tan de moda ahora en México. Nosotros apliquémosle “Prior in tempore, potior in iure”. Primero en el tiempo, mejor en el derecho.
Hugo G. Freire