A López le encantaba hablar. Se autocalificaba como gran comunicador y cada pregunta que le formulaban en sus conferencias de prensa ameritaba respuestas que lo mismo se remontaban al origen de las especies que a confusas citas de Historia.
López prometió hacer del petróleo “palanca para el desarrollo y la soberanía nacional”, aseguró que duplicaría la producción de crudo y quintuplicaría la de refinación. Invirtió en proyectos desastrosos y la economía fue petrolizada.
La deuda sólo de Pemex llegó a ser la cuarta parte de la deuda total de México.
López Portillo aseguró que durante su gobierno México lograría la autosuficiencia alimentaria, y que al final de su mandato ya no sería necesario importar ni maíz ni frijol pues el campo sería reactivado mediante precios de garantía, créditos a la palabra, y un nuevo reparto agrario.
El acarreo para mítines y actos de gobierno era escandaloso. Maestros, burócratas, y niños de primarias públicas eran obligados a formar vallas para recibir al presidente y escuchar sus interminables discursos transmitidos en radio y televisión por cadena nacional. El culto al ego presidencial fue una constante, y no había noticia más importante cada día que las palabras que el señor presidente de la república pronunciaba.
A López Portillo le estalló una crisis migratoria y humanitaria, más de ochenta mil centroamericanos fueron estacionados en campos de refugiados en la frontera sur de México mientras el gobierno de Ronald Reagan endurecía las políticas de ingreso y deportación en Estados Unidos.
López Portillo estatizó los Bancos mexicanos, implantó un control general de cambios, se dijo “responsable del timón pero no de la tormenta”, prometió “defender al Peso como un perro”, y aseguró en su último Informe de Gobierno: “Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”.
Los párrafos anteriores son citas libres del libro de José Agustín “Tragicomedia Mexicana 2. La vida en México de 1970 a 1988” Capítulo “Lo prometido es deuda”. Sexenio 1976-1982. Presidente de México C. Licenciado José López Portillo.