Aún son muy pocas pero van en aumento y ojalá pronto sean muchas más. Son las terrazas de restaurantes y cafeterías que de a poco han surgido para ocupar espacios antes destinados al estacionamiento de los automóviles.
En zonas como las colonias Roma, Condesa y Polanco el movimiento de terrazas en la vía pública va más acelerado que en el resto de la ciudad, pero aún en alcaldías lejanas al centro, como Milpa Alta o Iztapalapa, ya se pueden encontrar terrazas en zonas de estacionamiento.
Es un pequeño cambio pero muy simbólico. Se trata de darle un uso diferente a la propiedad más valiosa de la ciudad, su espacio público. Durante décadas se normalizó que el uso de la calle debía ser solo para los automóviles, para que estos circulen o permanezcan estacionados, un derroche de espacio.
Permitir que las terrazas sustituyan a los autos estacionados es un cambio fundamental de perspectiva, así sea solo temporal y por efecto de la pandemia. Como los aforos están reducidos para evitar contagios, mediante el programa Ciudad al Aire Libre se permite a cafeterías, fondas, bares y restaurantes colocar mesas enfrente de sus negocios, sea en las aceras si estas son lo suficientemente anchas, o en el arroyo vehicular, en los lugares antes destinados al estacionamiento de vehículos. El objetivo es económico y de salud, permitir que los negocios se reactiven a la vez que se propicia la sana distancia.
De hecho, hay en curso ya una discusión pública sobre la necesidad de volver permanentes las terrazas, una decisión que iría en el sentido de ciudades modernas que comienzan a revertir, de a poco, el reinado del automóvil en el espacio público. Así lo han hecho Nueva York, París y Londres entre muchas ciudades.
La otra gran transformación apenas comienza, pero puede tener implicaciones radicales. Se trata de la reconversión de espacios de oficinas en oferta de vivienda, además de otros usos de suelo de bajo impacto en corredores urbanos y alcaldías centrales.
La epidemia envió a cientos de miles de personas a trabajar en sus casas, en el teletrabajo y durante meses sus oficinas quedaron vacías. Gran parte de ellos no volverá a utilizarlas pues tanto trabajadores como empresas descubrieron las ventajas del home office. Aunque el tema del suelo urbano destinado a oficinas es mucho más amplio, pues pandemia aparte, hay una sobreoferta de espacios en renta para oficinas sin usar.
Durante el primer Foro Urbano Core, organizado por la Fundación Kaluz y el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, se realizó un concurso entre despachos de arquitectos y urbanistas para reconvertir edificios de oficinas en viviendas y otros usos de suelo. En ese entonces era solo una propuesta, la exploración de una posibilidad. Ahora es una política pública y pronto será una realidad plena.
La reconversión no solo es estimulada por el gobierno de la capital, sino que también trae beneficios fiscales y un sitio exclusivo para realizar los trámites de reconversión.
Dos pequeños cambios que pueden transformar ciudades.
@hzamarron