En medio del proceso de cambio que vivimos y que sacude burocracias, dinámicas políticas y concepciones de lo social, hay una porción de las élites incapaz de entender las transformaciones ante las que se encuentra, entre ellas, los cambios constitucionales.
Atadas a viejas concepciones, esas élites protestan ante el ejercicio del poder por parte de la nueva mayoría y temen que la elección de junio termine por otorgarle de nuevo a Morena los votos que requiere para mantener el control de las cámaras.
Es un escenario previsible, bastante previsible, que el partido de López Obrador y sus cinco aliados en la próxima elección (PT, PVEM, PES, RSP y Fuerza Social por México) consigan retener la mayoría y dar curso a nuevas reformas en la segunda mitad del sexenio.
Mientras tanto, los ideólogos de la derecha lanzan amargas críticas por las presuntas violaciones a la Constitución. Incluso desde los medios se repite el “Morena impuso su mayoría”, en referencia al ejercicio del voto. Hay quienes insisten en calificar de imposición ese voto ganado en las urnas, en lugar de usar la expresión “Morena usó su mayoría”, que sería más neutral.
“Atentado a la Constitución”, claman contra el gobierno de López Obrador los diputados de oposición en la Cámara, pero olvidan de qué hablamos cuando hablamos de una Constitución.
¿Qué es una Constitución?, con esa pregunta inició Ferdinand Lasalle hace siglo y medio su discurso ante los ciudadanos de Berlín, cuando en Europa los pueblos recién se constituían en naciones y aún resonaban los ecos de la discusión sobre el origen de la soberanía.
Lasalle, un conspicuo jurista alemán, dejó claro desde entonces que en el arreglo social que lleva a una Constitución se expresan factores reales de poder: en su época el monarca, la aristocracia, la gran burguesía, los banqueros, la pequeña burguesía y los obreros, además de la conciencia colectiva y la cultura general.
Es un escenario previsibleque Morena y sus cinco aliados consigan retener la mayoría
En su conferencia de 1862, Lasalle explicó cómo en la realidad esos factores terminan por “erigirse en derecho, en instituciones jurídicas. Y quien atente contra ellos atenta contra la ley, y es castigado”.
A pesar del tiempo, aún hay quienes no logran entender el trasfondo social de una Constitución ni el entramado de relaciones sociales que le dan origen. Así es como en la discusión pública los escuchamos referirse a ella como un ente jurídico inamovible.
Habrá que recordarles que Ramos Arizpe, Servando, Otero, Ponciano Arriaga, Zarco y los constituyentes del 17 dejaron los principios constituyentes de la nación, pero México hoy no es el mismo de cien años atrás.
Como decía Rabasa, nuestra Constitución es resultado de los trazos federalistas del 24, las libertades de 1857 y las tesis sociales de 1917, además de todo lo ocurrido desde entonces, habría que agregar.
Estamos pues, siguiendo a Lasalle, ante una transformación de las relaciones sociales que comienza a expresarse jurídicamente y ante la que es inevitable la reacción de quienes temen que sus intereses peligren. _
Héctor Zamarrón
Twitter: @hzamarron