Negocios

Volver al crecimiento, pero no al mismo

Una de las grandes necesidades de las economías es recuperar la senda del crecimiento económico, luego de la gran crisis que representó la pandemia de covid-19. Desde nuestra región latinoamericana, los países barajan fórmulas y revisan estrategias con miras a lograr que el impulso se traduzca en crecimiento, en generación de empleos y, en lo posible, en un aumento de los ingresos de la gente para, al menos, compensar los años de carestía. En México, los pronósticos de la Secretaría de Hacienda apuntan a un crecimiento de 3 por ciento en 2023 y también en 2024, lo cual es una mirada optimista frente a otras proyecciones.

Cuando se habla de volver al crecimiento luego de la crisis más profunda en casi un siglo, no debe entenderse sólo como el retorno a los niveles prepandémicos. Antes de la pandemia, las economías latinoamericanas ya tenían malestares, crisis y niveles elevados de pobreza y desigualdad. El crecimiento era un respiro si se lo miraba en términos de cantidad pero claramente no era suficiente al observarlo desde la calidad. Chile es un buen ejemplo de esto: durante tres décadas la economía creció y tuvo algunos beneficios importantes como la reducción de la pobreza, pero la concentración de la riqueza en pocas manos generó una desigualdad abismal en la que millones de personas quedaron aisladas en los niveles más bajos de precariedad.

En el caso de México ocurre algo curioso: cuando hay crecimiento, no hay reducción significativa de la pobreza. Pero si no hay crecimiento, hay un aumento de la cantidad de personas en pobreza. Hay una tendencia fuerte a la concentración de la riqueza, los ingresos y los beneficios en pocas manos, lo mismo que ocurre en prácticamente todos los países latinoamericanos. Esto significa que no basta con que las economías tengan repuntes medibles en macro indicadores, pues los beneficios no se distribuyen de manera más equitativa entre la gente y no alcanzan a revertir la pobreza, la desigualdad y la precariedad.

El crecimiento que se requiere es el que tiene calidad: con la riqueza mejor distribuida, con empleos más estables y que paguen mejores salarios, con un bienestar social que llegue a más personas y con la posibilidad real de que las personas puedan salir de la pobreza y mejorar su calidad de vida. Más allá del número grande, es el pequeño el que define si hay mejoría: el poder adquisitivo, el ingreso de la gente, el poder acceder a la salud, la educación e incluso el entretenimiento.

Una de las grandes tareas que tenemos es trabajar para mejorar la calidad del crecimiento: invertir más en ciencia y tecnología, en innovación, productividad y creatividad; mejorar la calidad de la educación y, por consiguiente, las capacidades y oportunidades en el mundo laboral, en el emprendimiento, en la justicia social y en el cuidado del medio ambiente. El gran salto del crecimiento desigual al crecimiento de calidad pasa por la educación de la gente, por nivelar desde la formación de las personas. La cuestión económica es cosa de educación.


Google news logo
Síguenos en
Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.