Negocios

Viejos conflictos y renovadas oportunidades

Los pronósticos económicos para los países latinoamericanos en su conjunto refieren una situación que conocemos muy bien: crecimiento insuficiente en el contexto de grandes necesidades sociales, así como una desaceleración de la inflación, aunque sabemos que los niveles de precios van a seguir demasiado elevados para las poblaciones con menores recursos. Mientras América Latina trata de estabilizarse luego de la pandemia en medio de un contraste entre la crisis argentina y el buen momento de inversiones para México y Brasil, la gran pregunta es qué hay más allá de una coyuntura conocida.

A nivel mundial, una de las grandes interrogantes de estos tiempos es lo que pasará con China y, por consecuencia, con el resto de las economías que se acostumbraron a la gran demanda, al comercio y al dinamismo del gigante asiático. El anuncio de que el año pasado tuvo un repunte de 5.2 por ciento no es suficiente para aclarar las dudas sobre su situación interna, sobre el consumo y sobre si tiene condiciones para mantener el ritmo de crecimiento de los últimos tiempos. Como bien lo dijo el economista Paul Krugman, el tropiezo económico de China puede convertirse en problema de todos.

Cuando se juntan estos elementos: un bajo crecimiento para los países latinoamericanos, la insuficiente generación de empleos y las enormes carencias sociales por atender, así como la posibilidad de un gran giro económico a nivel mundial como consecuencia de los problemas en China, las miradas se concentran en dos puntos importantes: la verdadera capacidad de los motores internos de cada economía para producir y distribuir riqueza, por un lado, y las opciones de futuro, es decir, hacia dónde enfilar la producción, el comercio y el trabajo.

En este sentido, uno de los grandes problemas latinoamericanos -y México no es la excepción- es la enorme dependencia de ciertos rubros y de ciertos mercados. El petróleo, el cobre, el gas, la soja y las materias primas generaron tiempos de bonanza y buenos ingresos pero al mismo tiempo generaron comodidad y desalentaron las reinvenciones que son propias de los tiempos difíciles. Y por el otro lado, cuando miramos al futuro parece que en realidad miramos la puerta de salida de una crisis momentánea, como si sólo se tratara de pasar un obstáculo temporal y luego seguir con los malos pasos.

No hay sorpresas en las oportunidades de futuro: así como ahora se habla de las economías verdes, de la revolución medioambiental y del potencial de cuidar de la naturaleza, también se habla de las inteligencias artificiales y la economía digital. Así también se habló hace años de la economía del conocimiento, de la inversión en tecnología, del mundo de internet y del futuro digital. La cuestión de fondo es que para llegar a tiempo a cada una de estas oportunidades de futuro nos falta educación de calidad, conocimiento, visión. Y por eso seguimos con viejos conflictos aunque las oportunidades se renueven. Primero la educación y luego vendrán las oportunidades reales.


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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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