Negocios

Resiliencia económica

Los focos de la preocupación de los países que conforman el G20 estuvieron en las preocupaciones por la guerra comercial y la necesidad de mantener el crecimiento económico. La ola proteccionista y de imposición de aranceles parece haber encontrado un punto de tregua con el anuncio de Estados Unidos y China, países que por ahora no impondrán nuevas restricciones comerciales y buscarán atender sus desacuerdos mediante negociaciones diplomáticas. Se trata de una buena señal, aunque el ambiente internacional sigue enrarecido y en tensión.

En este contexto de incertidumbre, el secretario de Hacienda de México, Carlos Urzúa, dijo que la economía mexicana muestra resiliencia al poseer un marco macroeconómico sólido y un sistema financiero robusto. El combate a la corrupción, así como el impulso a la transparencia y la rendición de cuentas son parte de las acciones que el gobierno adoptó, de acuerdo al funcionario. Otro punto destacado en el marco de las reuniones del G20 fue el anuncio hecho por el canciller Marcelo Ebrard, quien dijo que se buscará incrementar las exportaciones a China, así como atraer inversiones de dicho país.

Si ubicamos estos anuncios en la piel del primer semestre económico, estamos ante un escenario complicado en el cual la resiliencia es urgente. No sólo se enfrenta un entorno internacional adverso sino que todos los pronósticos de crecimiento van a la baja: los pesimistas hablan de un repunte inferior al uno por ciento, en tanto los optimistas no llegan al dos por ciento de crecimiento. Les creamos a los unos o a los otros, lo cierto es que este año no se tendrá la mejoría suficiente en crecimiento ni en empleo. A lo sumo, lo que podemos esperar es que la resiliencia se manifieste en la segunda mitad del año y permita sentar bases sólidas para que en 2020 el escenario no sea tan duro.

Ciertamente hay condiciones macroeconómicas para la resiliencia, para reinventarse desde dentro de la crisis y enfrentar al fantasma de la recesión que se avizora. Pero para dicho impulso sigue faltando el detonante: la inversión privada. Mientras no haya un convencimiento de la iniciativa privada para que acompañe el proceso de reactivación, difícilmente se pueda superar el bache en el que se encuentra estancada la economía mexicana. Además de la guerra comercial internacional, la batalla interna parece marcada entre la confianza y la incertidumbre, entre los incentivos y los frenos a la inversión.

La economía mexicana ha soportado embates de todo tipo y tiene una gran capacidad de sobrevivencia a las crisis, aunque ahora requerimos de una reinvención interna que vaya más allá de la estabilidad macroeconómica y de los grandes indicadores: las bondades de la resiliencia deben llegar a la gente, a los que viven en la pobreza, a los que son marginados en el extremo de la desigualdad, a los esperan un buen empleo y una oportunidad de obtener ingresos dignos. La crisis ya la tenemos y la resiliencia hay que construirla. Cuando veamos las inversiones y estrategias, sabremos hacia dónde va el impulso.

@farinaojeda

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Héctor Farina Ojeda
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