Negocios

Mirar hacia lo social

La convergencia de crisis, fundamentalmente la sanitaria y la económica, no sólo tiene y tendrá un impacto profundo sino que nos confronta con la necesidad de recurrir a lo mejor que tenemos con miras a una recuperación que vaya más allá de reparar indicadores. Las consecuencias sociales de la pandemia tienen un marcado tinte de pobreza y desigualdad, sobre todo en nuestros países latinoamericanos que ya arrastraban grandes malestares sociales antes de que los contagios, los muertos y la paralización de actividades económicas lo hayan empeorado todo. Como nunca antes, los números de la pérdida de empleos, el cierre de empresas, la caída de las economías y el incremento de la pobreza dibujan un escenario en el que impacto social es acelerado y agudo.

El aumento de la pobreza es un reflejo directo de la doble crisis. Pero no se trata sólo de los indicadores y los porcentajes de gente que disminuirá su consumo y tendrá que ajustarse a ingresos ínfimos, sino de que en el contexto del subcontinente más desigual del mundo, América Latina, esto significa un enorme impacto social que se traduce en una menor capacidad real de acceder a los sistemas de salud, a los medicamentos, a la educación, y a una alimentación mínima. La disminución o pérdida de ingresos no debe mirarse desde la medición en dinero o consumo, sino desde la perspectiva de la desigualdad, de la exclusión y de la precariedad. Para millones de personas, perder un empleo no implica un mero cambio de trabajo, sino una precariedad que pone en duda la atención de las necesidades más básicas.

Con el incremento de la pobreza también crecen las dificultades para acceder a la educación, lo cual nos devuelve a ese problema circular e irresoluto de que se requiere la educación para salir de la pobreza, pero debido a la misma pobreza no se puede acceder a la educación. Y esto se complica si sumamos el hecho de que debido a la pandemia pasamos a una formación virtual en la cual la tecnología es esencial, por lo que millones de personas que sobreviven en condiciones precarias no tienen cómo acceder a una computadora o a una conexión a internet. Un enorme riesgo que corremos es que la deserción escolar aumente notablemente debido a la pobreza, con todas las consecuencias sociales y económicas negativas que esto implica.

Igualmente, la salud se enfrenta al gran reto de volverse más preventiva que reactiva, justo en el contexto del empobrecimiento de una población ya bastante empobrecida. Si acceder a la salud ya era complicado y costoso, imaginen lo lejana que será para los que perdieron sus empleos, sus ingresos y ahora deben ingeniarse para sobrevivir.

Las consecuencias sociales de la doble crisis deben atenderse con una mirada social, poniendo a las personas por encima de los indicadores. La educación y la salud deben ser prioridad para ayudarnos a salir de la crisis y no para agudizar el problema. Tanto las inversiones, como los proyectos deben mirar hacia los beneficios sociales, porque en esta ocasión no bastará con recuperar grandes indicadores. 


@farinaojeda

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Héctor Farina Ojeda
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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