Negocios

Más precariedad, por más tiempo

Uno de los efectos económicos de la pandemia que debemos analizar en forma profunda es el de la precariedad en el mercado de trabajo: ¿cuánto más se precarizarán los empleos que ya eran bastante precarios antes de la pandemia? Cuando hace dos décadas el sociólogo alemán Ulrich Beck, en su libro Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización, vislumbraba que Europa seguiría la tendencia brasileña de precariedad, con empleos fugaces, mal pagados, inestables e inciertos, seguramente no había ni soñado con que una pandemia paralizaría la economía a nivel mundial y que lo que era precario se volvería mucho más precario.

Y esto ya es mucho decir en América Latina, el subcontinente más desigual del mundo, en donde la pobreza, los empleos informales y los malos salarios forman parte de la cotidianidad. Si la precariedad laboral ya era un problema enorme, con la pandemia será peor: en medio de los puestos de trabajo que se pierden, con mucha gente que necesita una fuente de ingresos, la informalidad será mayor y con ello las opciones laborales tendrán el sello de lo precario, inestable e incierto. Si en tiempos de bonanza no se logró desprecarizar los empleos, imaginen la situación que viene ahora que nos enfrentamos a una década perdida, lo que implica que recién en 2030 volveremos a los niveles que se tenían antes de la pandemia.

Si la informalidad en México ronda el 60 por ciento del mercado laboral, en tanto la pobreza laboral supera el 50 por ciento, nos encontramos ante un escenario complicado en el que no hay suficientes empleos para todos, los que existen son inestables, inseguros o mal pagados en su mayoría, al igual que muchos de los puestos de trabajo no proporcionan ingresos suficientes para que los trabajadores puedan cubrir en forma satisfactoria sus necesidades básicas. No sólo estamos ante la contracción de la economía, la pérdida del empleo y el aumento de la pobreza, sino que las oportunidades laborales que queden o surjan después de la pandemia serán frágiles y limitadas. La precariedad impregnará más el mundo del trabajo, por más tiempo del que quisiéramos.

Nos toca vivir un tiempo complejo, de miedos e incertidumbres, entre dos crisis que ponen en riesgo nuestra vida y nuestras condiciones de vida. La pandemia no ha sido superada y por eso la crisis sanitaria debe ser la prioridad; la crisis económica se sigue profundizando y los pronósticos están lejos de mejorar. Pero para impulsar una reactivación plena se requiere que la crisis sanitaria sea superada. Ni las actividades productivas, ni las industrias, ni el comercio, el turismo o los servicios tendrán margen para recuperar dinamismo si la pandemia sigue siendo una amenaza.

Como en todas las crisis, además de los conflictos también hay oportunidades. Y repensar el mundo el trabajo, la calidad de los empleos y el sentido final de los ingresos deben llevarnos a plantear soluciones originales y duraderas. La crisis va para largo y las soluciones también deben ir para allá.


j@farinaojeda

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Héctor Farina Ojeda
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