Negocios

Mal momento

En el contexto de una economía estancada, en los últimos días se dieron síntomas claros de que estamos en un mal momento, en una coyuntura poco favorable para la reactivación. Uno de los indicios más importantes es el de la inversión: 53 por ciento de los especialistas consultados por el Banco de México (Banxico) considera que no es buen momento para invertir. Esto implica un incremento del pesimismo, pues la misma encuesta realizada en el mes de enero marcaba que 49 por ciento de los especialistas creía que era mal momento para la inversión. Y a esto hay que añadirle una caída entre los que consideran que es buen tiempo para invertir: del 14 por ciento en enero pasó a 9 por ciento en febrero.

Pero la cosa no acaba en la inversión. En medio de la incertidumbre sobre el impacto que tendrá el coronavirus a nivel mundial y en el caso particular de México, en el mes de febrero hubo una disminución de 4.7 por ciento en la confianza de los consumidores. En el mismo sentido, los resultados de la encuesta de Citibanamex dan cuenta de una reducción en las expectativas de crecimiento para 2020: de 0.9 por ciento previsto en enero pasaron a 0.7 por ciento en las previsiones de febrero. Es decir, hay una coyuntura complicada por la incertidumbre internacional, por la disminución de la confianza de los consumidores, los recortes en los pronósticos y la poca predisposición a invertir.

Mientras la incertidumbre crece en los mercados internacionales, la economía de China se resiente con la caída de sus exportaciones y Estados Unidos reduce sus tasas de interés para contrarrestar los efectos económicos del coronavirus, también el gobierno mexicano se apresta a lanzar paquetes fiscales con miras a apoyar a sectores que puedan ser afectados. En este ambiente de temor, no hay buenas condiciones para la inversión, el crecimiento ni el desarrollo.

El desafío para la economía mexicana se ha vuelto mucho más complicado: ya no sólo se trata de salir del estancamiento y lograr tasas de crecimiento y distribución importantes, sino de hacerlo en un contexto cada vez más adverso. Tanto para 2020 como para 2021 el panorama no es favorable, lo cual exige una enorme capacidad de planificación y estrategia para enfrentar la coyuntura y lograr reactivar los motores del crecimiento pese a las amenazas externas y los frenos internos.

Más que nunca hay que invertir hacia adentro, a sabiendas del impacto que puede venir desde fuera, sobre todo en el comercio y el turismo. La historia repetida es la debilidad económica interna que nos convierte en vulnerables ante la turbulencia o las tormentas que vienen desde fuera. Y esa debilidad se percibe en la pobreza que afecta a la mitad de la población, en la desigualdad, en los empleos precarios y en los motores lentos y pesados. Mientras no se fortalezca la economía desde dentro, seguiremos a merced de la dependencia de factores externos. La gran duda que sigue en el aire es cuáles serán las medidas que harán que se supere el mal momento y que se comiencen a notar resultados de fondo. 


@farinaojeda

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Héctor Farina Ojeda
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