Negocios

La juventud en la encrucijada

La crisis económica derivada de la pandemia tiene un impacto especial en la juventud. Precisamente en las fuerzas productivas, en el sector de la renovación, en donde se centran muchas de las esperanzas de revertir un estado de cosas que nos ha llevado a la desigualdad, la pobreza y la precariedad. Más del 12 por ciento de los jóvenes mexicanos empleados en la economía formal perdieron sus puestos debido a la pandemia, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y no sólo esto, sino que el desempleo juvenil en América Latina tiene una tasa tres veces superior a la de los adultos; la tasa de informalidad es 1.5 veces superior, y uno de cada cinco jóvenes no estudia ni trabaja.

Los cálculos del BID dicen que en América Latina se perdieron 17 millones de puestos de trabajo en 2020 debido a la pandemia. Y dentro de las pérdidas, los jóvenes de entre 15 y 29 años son los más afectados. Pero la cuestión no se trata meramente de perder un trabajo que puede recuperarse, sino de que estamos ante una crisis que deprime al mercado laboral de los jóvenes, que les reduce la capacidad de obtener ingresos, de independizarse, y emprender, y que también compromete su desarrollo futuro en el mediano y largo plazo. Estamos ante una crisis que condiciona a millones de jóvenes a comenzar con bajas expectativas.

Antes de la pandemia, en el caso mexicano ya había una tasa de desempleo juvenil que duplicada a la tasa de desempleo general, ya había limitaciones para el acceso a la economía formal, así como a buenos salarios. Es más, la tendencia a contratar en condiciones precarias -como si se les hiciera un favor a los jóvenes- ya era bastante arraigada, además de las limitaciones del techo salarial: les costaba conseguir un trabajo, cuando lo conseguían era precario, y luego buscaban nuevos puestos para ganar más. Pero el techo llegaba pronto, lo que significa que el ascenso hacia mejores ingresos tenía un tope temprano. Ergo, había que tener más de un empleo o cambiar de rubro en busca de nuevos horizontes.

La pandemia profundizó muchos de los males que ya teníamos, desde la precariedad laboral hasta la insuficiencia de oportunidades y las limitaciones de la educación. Imaginen que la movilidad social ya era tan reducida que apenas el 4 por ciento de los mexicanos nacidos en los hogares más pobres tenían la posibilidad real de subir al segmento de mayores ingresos. Con este golpe que están recibiendo los jóvenes en sus empleos y sus oportunidades, un riesgo enorme es que haya menos movilidad social y que la mejoría sea cada vez más lejana.

Los datos económicos de la juventud deben encender todas las alarmas: la educación debe reinventarse con urgencia para capacitarlos para un mundo cambiante en el mediano y largo plazo, así como dotarlos de habilidades para enfrentar la crisis actual. Los gobiernos y la iniciativa privada deben repensar las condiciones para favorecer la inserción laboral de los jóvenes, a sabiendas de que son ellos los que pueden revertir este escenario de crisis.

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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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