Negocios

La engañosa seducción del pasado

Con el fin del rebote económico y ante la amenaza que representa para América Latina la desaceleración de la economía china, nuevamente nos enfrentamos a la pregunta de cómo hacer crecer las economías latinoamericanas y, sobre todo, como reinventar los motores para que generen una mayor dinamismo, una generación de riqueza con distribución más equitativa y que, finalmente, los buenos números se hagan presentes en los empleos, los salarios, los ingresos de las familias y la calidad de vida de las personas. El tiempos nos llama a revisar y reemplazar los viejos modelos de dependencia.

El petróleo, el cobre, el estaño, el algodón y la soja; el gas y el trigo, el café y en general la producción agrícola y ganadera se convirtieron en grandes fuentes de ingreso, sobre todo por la demanda de países como Estados Unidos y China, las dos grandes potencias económicas a nivel mundial. Pero mientras el mundo se movía aceleradamente hacia la economía del conocimiento, hacia nuevas formas de producción y generación de riqueza, de este lado del mundo parece que la seducción de los viejos modelos se mantiene. Nuestras economías siguen siendo precarias, dependientes del buen tiempo o de los vientos favorables en los precios de materias primas, y con ello también prevalecen muchos de nuestros males, como la desigualdad y la pobreza en la que actualmente viven más de 200 millones de latinoamericanos.

Tras la gran crisis provocada por la pandemia de Covid 19, en la que vimos con claridad la insuficiencia económica, sanitaria, política y educativa para enfrentar una contingencia como esta, la reinvención no sólo es un camino sino una gran necesidad. Y para reinventar hay que romper con la engañosa seducción del pasado, esa que hace creer que con una buena coyuntura, con un repunte ocasional de inversiones, por una buena demanda de materias primas o por algunos pronósticos auspiciosos se podrá lograr que las economías crezcan en forma sostenida y que los beneficios llegarán a todas las personas. Sabemos que eso no pasa.

En tiempos del conocimiento y de la inteligencia artificial, las economías necesitan ser fortalecidas desde la educación de calidad, desde la formación de las personas. Y ello implica no sólo invertir más y mejor en el sistema educativo sino construir propuestas de desarrollo que incentiven la ciencia y la tecnología, la innovación y la creatividad. En América Latina estamos lejos de la inversión necesaria en educación y mucho más lejos en cuanto a ciencia: la mayoría de los países latinoamericanos invierte menos del 1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia y tecnología, mientras que Corea del Sur e Israel destinan más del 4 por ciento.

La recuperación pospandemia hasta ahora suena peligrosamente al pasado, a lo mismo que había antes. Pero el gran reto es dar el salto al futuro desde la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación y la reinvención de la economía en busca de escenarios menos pobres y más equitativos.


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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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