En tiempos de sobreabundancia de información, de intercambios incesantes de mensajes por medios digitales, una de las grandes necesidades es tener buenas conversaciones. Preguntar, escuchar, responder, intercambiar ideas, experiencias, conocimientos. Todo esto va mucho más allá de la ilusión de que enviar mensajes al mundo digital o vivir conectado a las redes sociales equivale a comunicarse. Precisamente, hace algunos días tuve el gusto de entrevistar a una experta en conversaciones: Patricia Nigro, argentina, doctora en Comunicación, quien me dio muchas ideas sobre cómo mejorar la calidad de las charlas.
En “El libro blanco de la conversación”, recién publicado y editado por Patricia Nigro y Marcela Farré, hay una serie de propuestas de mujeres argentinas para las conversaciones en distintos ámbitos: desde el lenguaje inclusivo hasta las conversaciones políticas en redes sociales, pasando por el problema de las agresiones verbales y los discursos de odio. La doctora Nigro me dijo que para tener buenas conversaciones un punto esencial es trabajar en la atención: vivimos en una época en la cual la gente se dispersa mucho, se apura para contestar y, sobre todo, escucha poco. Debemos aprender a escuchar más y luego responder con calma para intercambiar ideas.
Al pensar en la conversación, en los medios y en la economía, no puedo dejar de percibir una ausencia notable de grandes conversaciones sobre temas económicos. Cuando leo los diarios mexicanos veo muchas noticias repetidas, replicadas de agencias, con temas que son recurrentes y poco explicados. Y esa misma sensación se percibe en otros medios, como la radio y la televisión, en donde la economía aparece cuando se leen indicadores, cuando hay datos nuevos o cuando hay algún discurso que la gente debe conocer. Pero la conversación profunda no es lo habitual.
Pero la cuestión no es sólo de los medios. Cuando les pregunto a los estudiantes sobre algún aspecto económico reciente, las respuestas suelen ser breves y sintetizadas en frases como “estamos mal” o “es algo complicado”. Pero se nota que no es un hábito hablar sobre la economía y por eso muchos conceptos no aparecen en el discurso. Pese a los esfuerzos y los avances que se han tenido para mejorar la cultura financiera, para que la gente conozca más sobre economía, todavía nos falta mucho.
Hay una necesidad de hablar más sobre la pobreza, la desigualdad, el empleo, las finanzas, la jubilación, el ahorro y muchos asuntos económicos que nos afectan todos los días. Nadie puede resolver aquello que desconoce, por lo que difícilmente mejoremos nuestros resultados económicos si no estamos preparados y si no nos sumamos a las discusiones de los temas importantes. No sólo necesitamos enseñar más sobre economía sino que debemos construir espacios de conversación y aprendizaje. No basta con que en los medios reciten indicadores o que la respuesta sea la queja: hay que apropiarnos del lenguaje económico y conversar para aprender, cambiar y mejorar.
Héctor Farina Ojeda