Negocios

Entre trampas y urgencias

La trampa que encierra a las economías latinoamericanas y les impide crecer a tasas importantes sigue viva, fuerte y hasta risueña. Cual nudo gordiano se cierra cada año sobre los indicadores para dar cuenta de algo que sabemos de memoria: la economía no crece lo suficiente y como consecuencia nos quedan los efectos negativos como los empleos insuficientes y los ingresos que no alcanzan para enfrentar la pobreza y las urgencias cotidianas.

Al respecto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su último informe económico del año titulado Balance preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2024 dice que el crecimiento promedio latinoamericano será de 2.2 por ciento en 2024 y 2.4 por ciento en 2025. Esto se da luego de una pandemia que dañó fuertemente la actividad económica y después de una década pérdida en la cual se tuve un promedio de apenas 0.9 por ciento de crecimiento anual entre 2015 y 2024. Es decir, la región crece poco y con eso no puede aspirar a tan siquiera enfrentar la pobreza y la desigualdad.

Para romper la trampa del bajo crecimiento, la Cepal propone una mejor utilización de los recursos financieros, el fortalecimiento de la capacidad productiva a mediano y largo plazo, así como la inversión en capital productivo y la generación de empleos de calidad. Ciertamente, no hay ninguna sorpresa en los planteamientos porque se trata de ideas que se han discutido, analizado, publicado y repetido en muchas ocasiones. La sorpresa se daría si alguna vez se hicieran mejores inversiones de los recursos públicos, se apuntalara el capital productivo y se pensara más allá del corto plazo.

Precisamente, uno de los grandes problemas latinoamericanos es su carencia planificación para el mediano y largo plazo: somos economías de momentos, de temporadas, de vientos favorables y de tormentas, de coyunturas, buenos precios de materias primas y bondades de mercados ajenos como los de Estados Unidos, China y Europa. Así como las políticas de los gobiernos piensan más en los efectos visibles, en los golpes efectivos y en la impresión a corto plazo, en la economía se percibe lo mismo. Y por eso los recursos van a lo visible y rentable en la cercanía del tiempo pero huyen de inversiones que tienen impacto en muchos años, como la educación, la ciencia y la tecnología.

No sólo estamos ante la trampa del crecimiento económico raquítico sino ante la trampa de un escenario desigual que multiplica muy fácilmente la desigualdad y que puede absorber cualquier generación de riqueza para distribuirla de la manera menos equitativa. Hacer crecer la economía y generar riqueza no garantizan la disminución de la pobreza ni mucho menos de la precariedad y la desigualdad.

Con tanta urgencia social, con tantas necesidades insatisfechas, es tiempo de entender que las trampas que frenan la economía están en la educación, en la falta de inversión social, en la escasa atención que se le presta a la investigación y en el descuido hacia el capital más valioso que tenemos: la gente.


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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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