Negocios

En busca del impulso perdido

El anuncio del megaplan de infraestructura por parte del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no sólo es una muestra de los tiempos angustiantes que vive el mundo entre la crisis sanitaria y la económica, sino que es una referencia de hacia dónde van los esfuerzos económicos: se busca una recuperación acelerada, el crecimiento y la pronta generación de empleos para revertir los estragos causados por la pandemia. El plan está previsto para un lapso de ocho años y tiene un presupuesto de 2.25 billones de dólares, pero el matiz del discurso de Biden que llamó la atención fue que se busca “traer a todos”, en el sentido de que los beneficios del programa lleguen a todos, con una distribución más equitativa que en el pasado.

La iniciativa contempla inversiones millonarias en infraestructura, transporte, agua más limpia, banda ancha de alta velocidad para Internet, investigación y desarrollo, entre otros. Se trata de “construir la economía desde el medio”, dijo Biden. Y puso énfasis en que se recompensa el trabajo y no la riqueza. Esto hay que leerlo en el contexto de la pandemia, de la carrera acelerada entre las vacunaciones y las oleadas de contagio, así como desde la visión crítica de economías golpeadas por la paralización de actividades y por la enorme desigualdad en ingresos, condiciones y oportunidades de la que no escapa el vecino país.

Las ideas de crecimiento equitativo, de distribución para todos, de revertir la desigualdad y de favorecer condiciones más incluyentes no son ciertamente nuevas, aunque su aplicación es muy complicada y casi utópica si pensamos en América Latina, la región de lo desigual y lo injusto. Pero ante un golpe tan brutal como el de la pandemia y ante un impacto tan inequitativo que se refleja en el empobrecimiento de millones de personas y en la precarización de lo laboral, lo sanitario y lo educativo, el impulso económico y la distribución equitativa deberían ser mantras y no mentís en los gobiernos.

Los países latinoamericanos enfrentan la urgencia de emerger desde la precariedad, desde la pobreza arraigada y desde la enorme desigualdad que se hizo más visible con la carrera por la vacunación en la que varios países aparecen rezagados y olvidados. Y aunque se vislumbran recuperaciones en las economías, la gran duda no sólo radica en si se tratará de indicadores importantes en el crecimiento sino en la calidad de la recuperación, en los motores propios, el impulso que pueda dirigirse hacia sectores necesitados, hacia donde hay que apoyar, justo ahí en donde la pandemia y la pobreza golpean más.

Si pensamos en México, los pronósticos de recuperación están mejorando, a tal punto que hasta algunos tienen expectativas superiores al 5 por ciento de crecimiento en 2021. Pero hay que pensar en el impulso a mediano y largo plazo, no sólo en la recuperación refleja. ¿Cuál es el plan para llegar a todos, para que las recuperaciones, los crecimientos y los beneficios sean más equitativos? Debemos revisar los motores y los objetivos. De ahí saldrá lo demás.

Los países latinoamericanos enfrentan la urgencia de emerger desde la precariedad

Héctor Farina Ojeda


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