Política

¡Qué año!

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Termina 2021 y por más que quisiera encontrar motivos para el optimismo, no los encuentro. Y no me refiero a los datos oficiales, ampliamente documentados, de estancamiento económico, violencia, muertes por la pandemia, crecimiento de la pobreza, deserción escolar. Son malos y preocupantes porque su tendencia señala que no habrá mejoría pronto ya que el gobierno los ignora o minimiza y no actúa en consecuencia. Aun así, quiero poner el énfasis en otros tres fenómenos difíciles de cuantificar, cuyos daños a la sociedad también son enormes

y profundos.

El primero es el desprecio presidencial por la ley y sus múltiples intentos de gobernar por encima de ella. No es posible pensar en un desarrollo inclusivo y en eliminar la corrupción si el presidente y su gobierno no acatan la Constitución. Cuando el jefe del Estado ignora los límites legales, la sociedad queda sujeta a la arbitrariedad del mandatario, sin importar que éste tenga las mejores intenciones. La sociedad funcionará bajo la ley del más fuerte; los que tienen algún tipo de poder (políticos, los empresarios, criminales) ganarán y el resto perderemos. Y AMLO ha sido insistente en tratar de evadir la ley a lo largo del año: promovió una legislación en materia energética que fue declarada inconstitucional, lo mismo sucedió con el artículo transitorio con el cual intentó prolongar el mandato del presidente de la SCJN y para terminar el año se aventó un decreto para que sus obras públicas incumplan con toda la normatividad financiera, social, ambiental y

de transparencia.

El segundo fenómeno es la polarización de la sociedad. Dividir al país en buenos y malos y enfrentarlos cotidianamente ha tenido dos consecuencias terribles para el país. La primera, crear estados de ánimo que paulatinamente se van acercando al odio. Afortunadamente hasta la fecha casi todo ha quedado en agresiones verbales y descalificaciones mediáticas, aunque varios opositores han sufrido persecución política y son víctimas de procesos judiciales amañados. ¿Qué sociedad puede progresar cuando se exacerban las divisiones y las dos partes se ven como enemigas? La segunda consecuencia es que ningún gobierno puede solucionar los problemas nacionales sin el apoyo y la colaboración de la sociedad y como AMLO considera como adversarios a los empresarios, a la sociedad organizada, a los científicos, a las clases medias, y a un largo etcétera no los ha convocado nunca a sumarse a su proyecto. Gobierna aislado, con la fantasía de que el apoyo de sus clientelas es sinónimo de buen gobierno. ¿Cuánto tiempo llevará dejar atrás la polarización del país?

El tercer fenómeno es su obsesión por controlar y/o destruir al INE (y de manera más amplia, su autoritarismo cada vez más evidente) para garantizar la perpetuación de su proyecto. La democracia, los contrapesos institucionales; la autonomía de las autoridades electorales; las condiciones equitativas de la competencia electoral y el derecho de las minorías a acceder al poder le disgustan y estorban porque ponen en riesgo la viabilidad de sus obsesiones históricas de convertirse en el cuarto padre de la patria. No hay manera de exagerar el daño que significaría para México que López Obrador logre su objetivo y desbarate esa sólida base institucional de la democracia (perfectible, pero eficaz y prestigiada) que tardamos más de 30 años en construir. La embestida reciente contra el INE, con motivo de la revocación del mandato, debe ser detenida. 

Guillermo Valdés Castellanos

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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