Política

El año de la pandemia

Como periodista, como ciudadano y como papá, he visto y escuchado con la debida atención en estos últimos ocho meses que las clases a distancia en México son, en su mayoría, puro cuento, y a mayor o menor grado, dependiendo de la condición monetaria de cada familia, el tema se va agravando y me explico:

Un padre ( o madre) de familia que paga una carrera carísima de manera presencial en una universidad, preparatoria o primaria privada tiene la esperanza de que los maestros tengan la capacidad de ser expertos en las materias que imparten y hasta ahí todo bien; pagas por tener un grado de excelencia y con un ambiente e instalaciones de primer mundo.

Sin embargo, cuando ves al muchacho (a) que mientras le dan sus clases también está en el WhatsApp o yendo a la cocina por un tentempié e inclusive por una cervecita, la cosa en el pensar va cambiando y te preguntas: “¿y por eso pago?”

Ahora la libertad de dejar al niño o joven decidir cómo llevar su educación es muy normal; sin embargo, con esto del virus mundial te das cuenta que sin maestro descuidan su atención y surge una frustración de que mucho de lo hablado en la clase virtual casera se esfuma como vapor al nunca jamás o al más allá. En pocas palabras, no hay calidad.

Y si nos vamos a lo dicho anteriormente sobre la condición económica del alumno (a) y, sin menospreciar a nadie, sea cual sea el grado de primaria o secundaria, un niño con papás en el trabajo, solo en su hogar, con internet de baja calidad si es que lo tiene, con un PC antigua, una tablet o un celular como herramientas, con un maestro que pocas veces se había conectado en su vida a un “Zoom o a una Classroom” y mucho menos a una clase virtual, ¿qué podemos esperar?

He entrevistado sutilmente a alumnos y daré algunas de sus respuestas: “solo recibimos clases dos días a la semana”; “dos horas por día”; “solo se conectan la mitad de los alumnos”; “ya nos dijeron que todos estaremos aprobados”, etc. El tema no suena patético, lo es.

Habrá alumnos y maestros de excelencia que, sin aulas bonitas o feas, con o sin tecnología avanzada, de colegios o escuelas privadas o públicas, sabrán ser los mejores de esta generación del covid; aunque lo ideal es que no se conviertan en minoría y quienes son responsables de la educación de este país vean que la pandemia no solo está mermando la salud física o mental de las personas, sino también el futuro de una generación.

Paguemos o no una escuela, pasar o no pasar el año escolar, tener un 6 o un 10, es lo de menos; aquí lo más trascendente es hacerlo con calidad. El 2020 no debe ser malo y en todos está romper esa inexacta apreciación del maléfico, indeseable e innombrable año de la pandemia . _

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Guillermo Gutiérrez González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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