En México muy pocos Presidentes nacieron en la capital, los hay sonorenses, oaxaqueños, michoacanos y hasta tamaulipecos, sin embargo, de los últimos ganan los oriundos de ex D.F.: José López Portillo, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox todos son lo que algunos llaman chilangos.
Según las fuentes consultadas, México ha tenido 63 presidentes, unos con días de ejercicio y otro de décadas como Porfirio Diaz, desde el imperio de Agustín de Iturbide y luego el electo Guadalupe Victoria hasta hoy en que gobierna Andrés Manuel López Obrador, por cierto, tabasqueño.
Antes de López Portillo el único capitalino que le antecede fue Pedro Lascuráin Paredes que gobernó México en 1913. Estos datos históricos obedecen a un propósito en esta colaboración, destacar que el centralismo de este México lindo y querido se le debe de achacar a los “presis” mencionados y a los que adoptaron a esa metrópoli como suya y es gracias, o por culpa de ellos, a que sin miramiento alguno los recursos se queden en el centro del país descuidando al resto de la provincia.
Que no les falten calles, porque de inmediato se construyen segundos y hasta terceros pisos; que no se le ocurra a una estela de luz que no sirve de nada y se le invierten mil 304 millones de pesos; o el reciente incendio de una terminal del Metro en donde el gasto inmediato fue de 300 millones y, que decir del aeropuerto (NAIM) inconcluso, con un costo, según la Auditoría Superior de la Federación, de 331 mil mdp, con otros datos para AMLO, pero a fin de cuentas carísimo.
Ah, pero que nos estemos quedando sin agua en el sur de Tamaulipas por fugas en un dique del estero del Camalote, eso no le interesa a nadie, ni siquiera a los diputados que hoy nos representan, esa carencia tiene un costo de 70 millones que la Conagua prometió en octubre pasado o el dique natural de Altamira que cada día se adelgaza más y que su rotura podría traer una desgracia de grandes proporciones y hay más ejemplos: el puente roto, los fondos metropolitanos, las pésimas carreteras que rodean esta región, la reconversión del puerto de Tampico, etc., pero ningún punto mencionado tiene importancia para los gobernantes, sean oriundos o no de la capital.
Nacer o vivir en la CdMx te hace ciudadano de primer mundo en referencia a obras y servicios, pero radicar en la lejanía te vuelve un habitante con obras federales mediocres. Sin duda que en política acostumbrarse a la buena vida con poder, dinero y halagos es muy fácil y olvidan haber sido provincianos. Nos hace falta un Presidente nacido en Tamaulipas pero que no se crea chilango light, y de preferencia que voltee a ver a dónde soplan los Vientos del Sur. _