Escribe ayer Carlos Puig sin una coma de desperdicio a propósito de la condecoración otorgada por el gobierno mexicano al yerno de Trump: “Dice la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles: ‘La Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca es la distinción que se otorga a extranjeros con el objeto de reconocer los servicios prominentes prestados a la Nación Mexicana o a la Humanidad’.
“¿Jared Kushner? ¿Servicios prominentes? ¿A la Nación Mexicana? ¿A la humanidad?”
Claramente se está frente a un despropósito de dimensiones descomunales.
El propio Puig recuerda que Kushner ha asesorado a su suegro Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, de quien han salido innumerables tuits ofensivos para nuestro país, tales como: “El gobierno totalmente corrupto de México se ve horrible con la fuga de El Chapo, totalmente corrupto. Los Estados Unidos les pagó $3 mil millones”. O: “Amo a la gente mexicana, pero México no es nuestro amigo. Nos están matando en la frontera y nos están matando en empleos y comercio”.
Al asesor de cabecera de este personaje deleznable es al que ahora la dupla palafrenera de Peña Nieto y su secretario Videgaray premia con la Orden del Águila Azteca, llevándose de encuentro la imagen internacional del país y del gobierno mexicano.
Ha habido a lo largo de la historia mexicana tristes ejemplos de entreguismo en algunos de sus gobernantes, en algunos casos con la pérdida de soberanía y territorio nacional. Ahora aparte, se pierde cara y prestigio, que es otra manera de perder respeto. El patrimonio de recursos no renovables ya se fue con la Reforma Energética.
No solo se está enfrente a un grosero despropósito que lastima profundamente la dignidad del pueblo mexicano al condecorar el gobierno peñista, a quien por sus asesorías produce esos desplantes en Trump, y las horribles y despiadadas políticas contra nuestros hermanos migrantes, sino que también se está de cara a un manejo patrimonialista del poder por parte del canciller apátrida Videgaray y del todavía presidente Enrique Peña, el mismo que no ha escatimado maneras de congraciarse en forma lacayuna con la Casa Blanca de modo por demás humillante.
En comparación con quienes han recibido la Orden del Águila Azteca, máxima distinción que México otorga a un extranjero, al otorgarla a Kushner se trivializa la medalla y se hace el ridículo frente a la comunidad internacional.
Al publicitar la presea a Kushner, el gobierno mexicano dice que obró a su favor su “ayuda en la negociación del TLC” con lo cual, como bien acota Puig, la exposición de motivos se entiende aún menos “¿En qué lado de la mesa estaba Kushner y en cuál Videgaray?”.
Cabría añadir ¿en qué realmente ayudó Kushner a México? ¿Si fuera el caso, quién ayudó a quién verdaderamente? La secrecía que rodea los conciliábulos en estas negociaciones no permite asomarse por los entresijos para saber el grado de participación de los actores y hasta su alcance sobre los temas tratados. Quizá algún día salga a la luz la crónica de este todavía endeble T-MEC para hacer saber lo que hoy no tiene respuesta: ¿qué participación tuvo en las negociaciones Kushner?
La lista de los recipiendarios en el pasado es heterogénea (empezando por Walt Disney en 1943), pero la mayoría cuenta con una vida ejemplar y prominente, lo que hace todavía más marcado el yerro peñista.
Kushner estará al lado de figuras que han recibido la Orden del Águila Azteca como: Felipe de Edimburgo, Isabel II, Gabriel García Márquez, Alicia Alonso, Plácido Domingo, Fidel Castro, Fernando Savater, Bill Gates, Joan Manuel Serrat, Edward Kennedy, Nelson Mandela, Mario Vargas Llosa, entre muchos otros que sería largo enunciar, pero cuya enumeración sirve al propósito de hacer ver cuán desubicada se mira entre ellos una triste figura tan olvidable como Kushner.
Otra raya al tigre o una gota en el océano no hace diferencia, se dice coloquialmente, y por ende, podría aplicarse que lo sucedido es apenas el colofón de un triste rosario sexenal de absurdos del peñanietismo neoliberal que dejó en trizas la fama y el prestigio de los que gozaba la política exterior mexicana, alguna vez afamada y respetada.
Peña Nieto, que en su salida se hace acompañar del desprecio popular, con estas medidas lo acrecienta. Nada hay en la biografía de Kushner algo que lo justifique como recipiendario de la Orden del Águila Azteca, ni por trayectoria, ni por obra producida, y menos por servicios prominentes prestados a México o a la humanidad (que ya sería un exceso suponerlo).
Es también un triste capricho que se autocumple a sí mismo Videgaray para con su amigo Krushner (con la obvia anuencia y complicidad de Peña Nieto).
Videgaray fue una de las figuras más poderosas del régimen saliente, sin que el considerable poder en él delegado, haya servido para otra cosa más que para llevar a cabo intrigas palaciegas. Ni como secretario de Hacienda, ni como canciller deja algo destacable que reseñar.
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Videgaray y Peña deprecian al Águila Azteca
- Entre pares
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Guillermo Colín
Ciudad de México /