Política

Empresarios santísimos

  • Entre pares
  • Empresarios santísimos
  • Guillermo Colín

Monterrey, según la leyenda, es cuna de próceres empresariales sin tacha. El regiomontano promedio los ensalza impolutos y exitosísimos. Dictan cátedra al resto del país. Taimadamente afirman que ellos lo sostienen en su pereza; que jamás han recurrido al gobierno para salvar sus ruinosas decisiones y que no hay nadie que se les asemeje en filantropía, amor a sus empleados y en “agregar valor”, eufemismo para fomentar el lucro que los distingue

Salpicadas de falacias se vocean repetidamente las leyendas urbanas de protoempresarios como el trágicamente fallecido Eugenio Garza Sada y jamás se desgastan. Incluso, como hace poco lo hizo el historiador Salmerón, llamar de otro modo a sus asesinos oficiales (aunque subsiste el rumor y la duda para siempre irresuelta, de si sus propios guardaespaldas no fueron sus ejecutores) puede motivar que el Congreso de Nuevo León declare sin mayor consecuencia persona non grata al blasfemo. Aunque en el desgarro de vestiduras blanden prestado un concepto más propio de las relaciones exteriores que ni al caso regiomontano viene; ni al legislativo nuevoleonés compete.

Las descendientes de aquel linaje

En esa tesitura cabe apreciar el silencio que con pocas excepciones permeó la sorpresiva revelación de que dignísimas personalidades regiomontanas de los ilustres apellidos Garza Lagüera y Gonda estuvieran por perpetrar un ecocidio contra Monterrey. Jugosísimo negocio con el beneplácito de la alcaldía del reino (San Pedro desde luego). Maromas de deslinde catastral en Chipinque para hacer coincidir en una sola área varios polígonos en zona natural protegida para tornarlas codiciadísimos terrenos, de los pocos que quedan a la imparable marcha urbana en zona privilegiada.

En la jugada maestra refulgiría una sola extensión de 200 hectáreas (“para uso habitacional, pero en un futuro muy lejano”), propiedad de Desarrollo Inmobiliario La Sierrita (Bárbara Garza Lagüera Gonda, Paulina Garza Lagüera y Mariana Garza Lagüera de Treviño, ligadas a Femsa), empresa que desde 1979 solicitó y obtuvo permisos para fraccionar la zona, pero que –según activistas– ya caducaron. Destruirían buena parte del Parque Nacional Cumbres.

Sobre Femsa que cada año publica un ñoño decálogo oficinista del mítico empresario Garza Sada, ecologistas aseguran que junto con el agua del subsuelo regio –que la insaciable Cervecería consume desde hace más de cien años– ya se han apropiado también del acuífero abajo del estadio BBV en el parque La Pastora.

Ante el furor vecinal, el edil de San Pedro anticipa un arroz cocido sobre la suerte de los terrenos. “Es una relotificación (…) estamos viendo que todos cumplan, no se puede construir en pendientes de más de 45 grados (…) No se está tramitando una licencia de fraccionamiento, tampoco de cambio de uso de suelo o incremento en densidad o en alguna otra cosa, es simplemente una relotificación”. Y ¿para qué entonces llevarla a cabo? La ganancia, aducen muchos, es el terreno gratis entre lote y lote.

Desintegrar a Los Legionarios

No por llevar sotana dejan de ser emprendedores también los sacerdotes regios. Y menos si llevan consigo la polémica marca de Los Legionarios de Cristo, orden ligada a otro descendiente (Luis Medina Garza) de la estirpe sagrada, y uno que ha formado parte de su cómplice cuan opulenta élite directiva. Han conseguido esparcirla por muchos otros países. Tienen más de 50 escuelas y veintitantos centros de educación superior.

Sin embargo, ya van en camino de ser “estigma perversa”. Degenerada sí es la protección que brindan a varios de sus ordenados pedófilos. Una impunidad que viene desde la cúspide del Vaticano en el transcurso de varios papados y, asegurada a la comunidad eclesial desde aquella otorgada al fallecido fundador drogadicto Marcial Maciel, el criminal pedófilo que cometió incontables abusos sexuales con menores, entre otros muchos crímenes. Y que se pretendió era solo un caso aislado.

Ahora quedan expuestos otros abusos cometidos a lo largo de años con alumnas de entre seis y 10 años de edad, a las que se violaba enfrente de otras que hacían fila mientras aguardaban su turno al suplicio.

La perversidad de la orden de Los Legionarios de Cristo se manifiesta estructural y es muy posible que anide a todo lo largo y ancho de ella. Una de las víctimas narra que el sacerdote que la violó durante dos años había sido denunciado años atrás y luego transferido, pero con nuevo cargo de director, desde el cual tuvo todas las ventajas para mancillar a las criaturas.

Sorprende desde luego el silencio eclesial (¿no tiene nada qué decir el arzobispo Cabrera?), pero más apabulla la omisión de los padres a la luz de las revelaciones para las que una de las muchas víctimas, hoy tiene un solo remedio: “Desintegrar a Los Legionarios”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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