El general Beltrán Benítez es el director de Derechos Humanos de la Sedena. Los acribillados del Tec de Monterrey son los estudiantes de excelencia que, abatidos por soldados hace siete años murieron desfigurados a las puertas de la institución educativa. Antier con diferencia de horas y sin pretenderlo, el general Beltrán y los padres de los estudiantes fallecidos emitieron mensajes que los ubican en las antípodas.
Evitando particularizar, el general dijo que el Ejército mexicano se sentía ofendido por "diversos actores de la sociedad" que vinculan a las fuerzas armadas con hechos represivos y exigió presentar pruebas de que "violentan indistintamente los derechos humanos de la población...".
A modo de respuesta no pretendida, desde la ceremonia luctuosa de su aniversario se alzaron voces en clamor de justicia para esos estudiantes del Tec, asesinados por militares que modificaron la escena del crimen y les sembraron armas para señalarlos como sicarios. Dice la madre de uno de ellos, Jorge Antonio Mercado: "No hay un adjetivo que califique lo que hicieron con los muchachos porque en cada calificativo nos quedamos cortos: asesinato, masacre, ejecución extrajudicial, lo que sea [...] buscamos limpiar el nombre de los muchachos porque no vemos justo que después de haber sido dos estudiantes de excelencia hayan terminado como sicarios y que sigan como sicarios".
Por eso sobra la conminación del general Beltrán a que "se presenten pruebas sobre las supuestas quejas y acusaciones". Claro que en la coincidencia de dichos y respuestas el general Beltrán no se refiere a los estudiantes del Tec, a quienes es probable ni los tenga en la memoria. Su motivación cabe en la réplica oficial a lo dicho por AMLO respecto al papel que pudo haber jugado el Ejército (aún por omisión) en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y en una miríada de otros casos que a menudo son dados a conocer. Termina Rosa Elvia Mercado, la madre de Jorge: "Lo que siempre nos dicen es que cuando haya una sentencia y que salgan culpables los militares, es entonces cuando van a limpiar el nombre de los muchachos". Siete años y contando...
EL NUEVO BENITO JUÁREZ
Y mientras esto sucede en Nuevo León, que presume ser la entidad de "la nueva independencia", el gobernador Jaime Rodríguez en una confusa perorata se asume Benito Juárez. Ignorante de su naturaleza dijo que quiere "abrevar de las Leyes de Reforma para cambiar todo el sistema del país". Pero aunque las confunda y sea una desmesura no está mal que aspire a emular al prócer. Si bien de entrada ya sería agradecible que por lo pronto fuera gobernante de tiempo completo, coherente y eficaz.
No puede serlo cuando gobierna desde la truculencia y la opacidad que empañan hasta lo que podrían ser acciones meritorias como el descubrimiento reciente de concesiones apócrifas de la Agencia Estatal del Transporte y que a continuación reserve la información del caso por 5 años (¡!) lo que no tiene ningún sentido salvo mover a suspicacia a la opinión pública, que queda sin conocer pormenores valiosos y probables delitos a perseguir.
O bien que hasta ahora con su silencio y su inacción, Jaime Rodríguez se incrimine como responsable último de la cadena de corrupción que propicia el desgobierno observable en los penales de Apodaca y Topo Chico.
En ellos, a ojos vistas, los cárteles hacen lo que les viene en gana y vejan y extorsionan a diestra y siniestra a los internos. Lo que es más grave aún: en ellos las autoridades carcelarias, según admite el mismo vocero de seguridad, están al servicio del crimen organizado. Fasci gusta de tomar el pelo al público con historias fantásticas: "fueron solo unos minutos de descontrol los que ahuyentaron a custodios de la escena".
Según él, habrían sido solo breves minutos los que permitieron a unos internos quitarse sus uniformes carcelarios, calzarse tenis nuevos y ropa de calle, abrir sus celdas con llaves mágicas y someter a otro grupo a los que, también en minutos, desnudaron, obligaron a usar lencería y abusaron de ellos física y sexualmente.
Todo este "descontrol momentáneo" –Aldo Fasci dixit– terminó en unos cuantos minutos transcurridos los cuales, voluntariamente los presos de uno y otro bando, volvieron a sus celdas en silencio, permitieron a los celadores recuperar el control y luego que se enfundaron todos en sus uniformes reglamentarios devolvieron sus ropas y las llaves mágicas. Conservaron de recuerdo la lencería.
Luego las autoridades sin dar a conocer a los sustitutos despidieron a seis mandos intermedios, pero no al director o al secretario de Seguridad del estado. El descontrol solo fue "momentáneo" y el gobernador puede seguir delirando que se parece a Juárez cada vez más.