La semana pasada enumeramos una serie de aciertos y errores de la administración actual como el método propicio para tomar decisiones. Usar la referencia como el mejor método de construir criterio y fomentar la discusión no desde la emoción, sino desde el hecho. Qué les parece si revisamos otros dos aspectos de los últimos años de gobierno, uno que afecta de forma total a la población y otro que pretende maquillar esa afectación y otras.
SEGURIDAD: Dentro de ese aparato de propaganda que son las conferencias matutinas, el lunes se presentaron cifras sobre los aciertos en el combate al crimen organizado, algunas de ellas vaya que llaman la atención: se ha intervenido a la mitad de sembradíos y confiscado casi una tercera parte de la marihuana en comparación a los tres últimos años del gobierno peñista, solo cinco capos han sido detenidos y uno de los cabecillas no solo fue puesto en libertad sino que el presidente dialogó de manera muy familiar con su abuela. Los homicidios dolosos disminuyeron casi cuatro por ciento. En números gruesos, del promedio de 2 mil 727 que había en 2018, estamos en 2 mil 593. Ese es el avance.
En los 50 municipios más violentos, la disminución ha sido del 1.8 por ciento. La violaciones han aumentado en casi 21 por ciento, la extorsión hacia arriba en 11 por ciento y la violencia familiar subió 15 por ciento.
PROPAGANDA: el mayor logro de la administración se encuentra en la proyección de la figura presidencial. Vaya forma de lograr que, pese a los magros resultados, su imagen crezca sin menos cabo.
Parte fundamental de esa operación es la conferencia diaria. En ella, el presidente hace la gran actuación sobre los logros de su administración, pone a trabajar –por dos horas– a su equipo, parece interesado en los temas de coyuntura, dicta agenda para el día, hace chistes, realiza enlaces con sus corresponsales de lujo que van desde secretarios hasta gobernadores, destapa, fustiga enemigos políticos, cuenta chistes, pone música, controla a la prensa y dialoga con una serie de personajes que antes del 2018 eran desconocidos y, probablemente, ni siquiera estaban cerca del medio periodístico. La propaganda más efectiva es esa que no deja lugar al cuestionamiento… por lo menos en la escuela tradicional. Jesús Ramírez ha encontrado que ir contrasentido deja mejores dividendos: ha dado en el clavo de buscar polemizar cada mañana con algunos de los temas que se dan en la conferencia para que la oposición y los medios inviertan o pierdan el tiempo en él y no en los resultados.
Los datos pasan a un segundo término gracias a los falsos periodistas, los zapatos sucios, las frases gastadas, la anécdota inverosímil y, obvio, a la fatua polémica diaria en donde los temas terminan por ser el gran distractor de la catástrofe.
Como sea, es un éxito. No hay ningún otro político en México que pueda emular el modelo de forma triunfante. Samuel García, en oposición, ha encontrado que la fortaleza o pararrayos de su proyecto de gobierno no está en una conferencia sino en la exposición de su esposa.
El presidente sabe que es lo contrario: su familia es, ya, el mayor lastre dentro la de la estrategia de propaganda implantada desde Palacio Nacional.
Y eso que aun no llega lo peor de ellos a las pantallas y bocinas de los medios. A ver si un canto en el atril le funciona una vez más.
Gonzalo Oliveros