En cualquier país del mundo, un legislador que es acusado por un menor de edad de abuso sexual es observado y, de forma preventiva, separado de sus labores en la cámara y -como es el caso- de su campaña por reelegirse. Eso, sin considerar la distancia que debe tomar el partido ante las graves acusaciones.
En cualquier parte del mundo, la condena de mujeres ante el claro roce de un candidato a gobernador sobre la nalga de una militante del partido que lo postula es unánime. Más aun, cuando este partido es de izquierda y debe de cubrir la defensa del género ante ese tipo de abusos y acosos.
En cualquier gobierno que se diga civilizado, no se utiliza una cumbre contra el cambio climático para presumir que el país en donde se detenta el poder se invertirá en explotar nuevos campos petroleros y que se usarán nuevas turbinas -movidas en parte por combustible- en lugar de energías limpias.
En ningún discurso mundial se usa un foro de combate a la emergencia climática para pedir el apoyo para su programa donde paga por sembrar árboles...después de tirar los que existían. Todo por dinero.
En ningún sitio, un presidente entiende que los datos biométricos son a partir de pruebas de sangre.
En ninguna parte, se celebra ir 45 días atrasados de sus propios planes de vacunación.
Ningún estudioso del derecho se cree que una ampliación del plazo de un presidente de la Suprema Corte de Justicia sea algo natural.
Ningún legislador ilustrado hace leyes para que las ejerza una persona en particular. Si fuera así, la ley es desechable puesto que ninguna debe ser moldeada para particulares.
Nadie le daría, hoy en día, credibilidad al reportero de “política y rock and roll”, medio que -a propósito- tiene menos de mil seguidores en twitter y, aun así, es asiduo invitado a las conferencias de prensa gubernamentales.
Ningún gobierno coherente haría una entrada de telenovela para iniciar las conferencias de prensa de sus mandatarios.
Ningún presidente dejaría perder nueve dosis de una vacuna después de que él fuera inoculado frente a las cámaras.
Ningún presidente en el mundo dudaría de cinco mujeres que acusan al mismo individuo de violación y piden un juicio justo.
En ningún lado del mundo las elecciones “abiertas” prohíben a particulares comprar tiempos en medios para exponer sus ideas, apoyos y críticas al gobierno.
En ningún país la autoridad electoral se convierte en censora de todos, incluido el presidente.
En ninguna parte, el hombre que filtró el padrón más grande de ciudadanos para ponerlo a la venta de todo mundo -incluidos criminales- se convierte en el defensor de un nuevo padrón que pide más datos personales a cada miembro de la sociedad.
En ningún lado del mundo, los ciudadanos ven todo esto como normal y se distraen en otros temas como el pleito de una familia de famosos o cuánto tiempo más estará vivo un actor y conductor que hacía las delicias de los niños...hasta que le prohibieron anunciar golosinas en su programa.
México, el reino del revés.
Gonzalo Oliveros