Es increíble lo que sucede en Siria y a mí me aterra. Están destruyendo el centro del universo, el lugar sagrado en donde existen miles de años luz de ventaja de la historia de la humanidad. Es muy grave. Y nadie levanta un solo dedo para pararlos. ¿Qué les pasa a los seres humanos? ¿Qué están haciendo todos juntos, la iglesia, la ONU, los países miembros de la comunidad europea, latina, africana, demás países árabes... el mundo entero para pararlos?
Es de una inmensa tristeza saber que están matando a muchos hombres, mujeres, niños, ancianos y ¡nadie hace nada! Qué indigna me siento. ¿Qué hago yo por estos pobres? Por lo menos, tengo que documentarlo y protestar.
Aunque sea un granito de arena en el desierto, esto que escribo, que sirva para pedir con todo el corazón, que sea para gritarle al universo entero que ya haga algo para parar esto que pasa en Siria y en muchos lugares más de los que ni siquiera tenemos idea. En serio, al ver todo esto y al saber de mi impotencia, lloro.
Me acuerdo de ese niño en la arena, pobre angelito, que estaba ahogado sin ni siquiera haber podido darle al mundo una sonrisa, una promesa, una idea de cuál pensaba que sería su aportación a este mundo y su existencia. No tuvo tiempo siquiera para decirle a todos que su vida era su muy triste. Y de sopetón murió. Le dio la vuelta al mundo la foto. Y pasó, nadie dio el más mínimo aullido de dolor. Ni las iglesias protestantes, católicas o musulmanas. Ninguna. ¿Y su amor al prójimo, en dónde quedó?
¿Qué estamos haciendo con todo este mugrero que ocurre en tantos lados, y qué petición le estamos mandando al universo para que estos indignos, miserables, deleznables seres humanos paren? Por lo que más quieran... ¡ya basta!