Hoy aprendo a amar incondicionalmente. A no esperar nada de vuelta. Cuesta un inmenso trabajo: no es nada fácil. Aunque me duela. Cada quien ama de la forma en que aprendió. Yo elijo hacerlo desde el corazón.
Todos los días, me genero mil creaciones nuevas, en las que busco y encuentro mil respuestas. Realizaciones de vida que manejo y por las que le pido al universo su apoyo y benevolencia. Es la forma más elegante e inteligente que me enseñó esta vida para hacerlo.
Regalo mi luna, mis poemas, mis presagios, mis augurios, mis oraciones y mi gratitud y por supuesto mi amor. Mi pensamiento está sumergido en la intención de lograr a diario, una buena vida. De crear cosas que sucedan luego. Porque se lo pido al universo y éste oye. Lo hace siempre. Me moveré de otra manera. Repito: voy a crear, voy a aprender a empezar de nuevo.
¿Cuántos años de vida me quedan? Muchos menos que antes. Elijo cambiar a partir de ahora, radicalmente perdono a quien me hizo daño, y asumo toda mi responsabilidad en cualquier acto fallido que tuve. No soy víctima. Soy al final de cuentas, quien generó lo que después no resultó. Me equivoqué, pero siempre he tenido una segunda oportunidad para restablecerme, hasta en eso, el universo ha sido bueno conmigo.
¿Dudas? Tengo un montón. ¿Miedo? Inmenso. Tomo la llave de la puerta de mi laberinto y empiezo a andar. Será abierta al final del túnel, lo sé. A partir de allí, elaboraré pedazo a pedazo mi libertad, y mi felicidad con ella. ¿Alguien quiere acompañarme en este re-encuentro?
