Cultura

555: lluvia de coincidencias

¡Uf! La primera coincidencia fue, precisamente, el peligro de la homonimia y el hecho de que, velis nolis, esto es, quieras o no quieras el escritor abordado se llame Gilbert. 

Sí, sí, sí, me refiero a Gilbert Keith Chesterton.

Hace mucho tiempo yo leí sus novelas que giran sobre el rodrigón del Padre Brown, sobre su buen candor. 

Ahora, ya más sosegado, me he puesto a leer los ensayos de mi tocayo que son, si me apuran, geniales. 

Basta como botón la muestra de que nadie menos que Borges aprendió de este jovial inglés que cumplió, como yo, bodas de plata con su mujer y quien murió, además, a los 62 años. ¿Es acaso gratuita la cifra de mi Efímero lloré mi fe, que termina en 62 (26162).

Un hombre de apellido Williams fulmina a un hombre de apellido Williamson, dice Chesterton “haciendo que pareciese un infanticidio”. Mi madre era Alicia Galán Flores de Prado, y mi yerno se apellida Rosas. 

De modo que mi hija sería Prado de Rosas. Y sor Juana (siempre nos quedará sor Juana) escribió: “Ves, galán de las flores en el prado” (“Sentimientos de ausente”).

La literatura es, como bien afirma Julián Ríos, una carrera de relevos, pero hay algo en la vida que se llama co-incidir, y el ensayo 555 de mi tocayo es justo eso: el ensayo, inserto en el libro Alarmas y digresiones explica cómo un votante, con voto trivial pero significativo, decidió el triunfo con esa cifra 555, además capicúa, y que lo diga el emperador de los palíndromos como me nombró, soberbia aparte, el gran cantautor Luis Eduardo Aute: lluvia de coincidencias, querido tocayo Gilbert. 

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Gilberto Prado Galán
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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