Y que se arma la de Dios es padre: gritos, sombrerazos, infundios, denuncias, empellones entre la ex embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, y el canciller Marcelo Ebrard.
León Krauze resumió en un párrafo de su colaboración de su periódico El Universal el zafarrancho: “La ex embajadora de México en Estados Unidos Martha Bárcena confirmó lo revelado por Mike Pompeo, quien fuera secretario de Estado en el gobierno de Donald Trump, en el sentido de que el canciller Marcelo Ebrard aceptó el acuerdo que daría paso al polémico programa Quédate en México y le pidió mantenerlo en secreto”.
En entrevista exclusiva para el pódcast de Univision Reporta, Bárcena expuso que hasta que apareció el libro Guerras en la frontera y ahora las memorias de Pompeo fue “donde yo simplemente ratifico que siempre se me engañó y que se me engañó en el sentido de no decirme que esto había sido un acuerdo, una negociación entre Ebrard y Pompeo y Nielsen” [Kirstjen, entonces secretaria del Departamento de Seguridad Nacional].
Engaño, mentira, falsedad, lágrimas, desesperación. Miren: el gobierno con-
sideró que cambió la llamada estrategia humanista del presidente Andrés Manuel López Obrador en materia migratoria y “hay que ver cuáles eran las ambiciones personales de Ebrard, porque para él, y creo que ahorita la realidad lo demuestra, lo único importante ha sido el ser el candidato a la Presidencia. Y todas las demás decisiones estaban sujetas a esa ambición”.
El coyote
La ex embajadora califica a Ebrard dentro del gabinete presidencial como “el coyote en el gallinero”, por su experiencia a diferencia de la mayoría de los funcionarios. El coyote:
“—Un día antes de que comparezca ante el Senado, Ebrard me dice: ‘Ven a mi oficina para que mañana no te pesquen en curva. Te quiero informar que Kirstjen Nielsen nos acaba de avisar que mañana va a decir que van a poner en práctica una parte de su ley de migración y nos van a empezar a regresar solicitantes de asilo. ¿Y tú qué opinas?’. Le dije: ‘opino que por razones humanitarias tendríamos que recibirlos, porque no tenemos capacidad en México de aguantar estos retornos. Y segundo, esto significa una violación de EU al principio de no devolución, que es la base de la convención sobre el estatuto de los refugiados’. Bueno, y de esto me dice: ‘Yo me tengo que ir a mi oficina’. Y yo voy al día siguiente al Senado y al salir tengo más de 10 llamadas de un alto funcionario de Palacio Nacional preguntándome que qué estaban anunciando los americanos, que si yo tenía idea. Yo dije: ‘No tengo idea de lo que me dijo ayer Ebrard’. Después, en EU, en conversaciones con Kirstjen Nielsen, con otros funcionarios, me decían: ‘Pero es que ya lo acordamos con Ebrard’, y yo seguía, ‘no, pues es que esto es unilateral’, porque eso es lo que me decían de México”, declaró Bárcena.
“Yo creo que había otros servidores en México que también se oponían, porque era una violación al principio de no devolución, era aceptar una situación para la que México no estaba preparado y, por lo tanto, era exponer a esos migrantes a la vulneración de sus derechos. Yo estaba convencida y sigo convencida, que eso violaba la política de derechos humanos de México. Para mí esto fue una traición a los principios que México había mantenido en materia de migración” manifestó Bárcena.
Pleitazo
De que eres mentirosa, de que eres ingrato, pues tú eres la ingrata, querías mi oficina en la cancillería para tus enjuagues. ¿A quién le asiste la razón? A nadie, a todos. En fon. Y el Presidente afirma que Bárcena es conservadora.
Todo es muy raro, caracho, como diría Montesquieu: “A la mayoría de las personas prefiero darles la razón rápidamente antes que escucharlas”.
Gil s’en va
Gil Gamés