Gil cerraba la semana abriendo puertas y ventanas al mundo. No se lo tomen a mal a Gil, pero lo que puede verse no es un edén democrático. Gamés buscó y encontró el discurso de Emmanuel Macron, presidente de Francia, la noche de las elecciones europeas (9 de junio 2024), por la victoria masiva de la Reagrupación Nacional, la formación política de extrema derecha. Gilga no ha visto en la prensa el discurso de aquella noche y considera pertinente ofrecerlo al lector en esta página del fondo. Aquí vamos al abismo. Con ustedes, Macron.
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Los partidos de extrema derecha que en los últimos años se han opuesto a tantos de los avances que han hecho posible nuestra Europa —ya sea en materia de recuperación económica, de protección común de nuestras fronteras, de apoyo a nuestros agricultores, de apoyo a Ucrania—, estos partidos están avanzando en todo el continente.
En Francia, sus representantes suman casi el 40% de los votos emitidos. Como alguien que siempre ha creído que una Europa unida, fuerte e independiente es buena para Francia, no puedo aceptar esta situación.
El ascenso de los nacionalistas y demagogos es un peligro no sólo para nuestra nación, sino también para nuestra Europa, para el lugar de Francia en Europa y en el mundo.
Y digo esto en un momento en el que acabamos de celebrar con el mundo entero el desembarco de Normandía, y en el que dentro de unas semanas daremos la bienvenida al mundo para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
Sí, la extrema derecha es a la vez el empobrecimiento de los franceses y la degradación de nuestro país. A fin de cuentas, por tanto, no puedo fingir que no ha pasado nada.
Esta situación se ve agravada por la fiebre que se ha apoderado del debate público y parlamentario en nuestro país en los últimos años. Un desorden que, lo sé, les preocupa, a veces les escandaliza, y ante el que no pretendo ceder terreno.
Pero hoy, los retos a los que nos enfrentamos —ya sean los peligros exteriores, el cambio climático y sus consecuencias o las amenazas a nuestra propia cohesión— exigen claridad en nuestros debates, ambición para nuestro país y respeto por cada ciudadano francés.
Por ello, tras realizar las consultas previstas en el artículo 12 de nuestra Constitución, he decidido devolverles la elección de nuestro futuro parlamentario a través del voto.
Disuelvo por tanto la Asamblea Nacional esta noche. Dentro de unos instantes firmaré el decreto de convocatoria de las elecciones legislativas, que se celebrarán el 30 de junio para la primera vuelta, y el 7 de julio para la segunda. Es una decisión seria y de peso, pero sobre todo es un acto de confianza. Confianza en ustedes, mis queridos compatriotas, en la capacidad del pueblo francés para tomar la decisión correcta para sí mismo y para las generaciones futuras.
Confianza en nuestra democracia. No hay nada más republicano que la palabra del pueblo soberano. Es mejor que todos los arreglos, que todas las soluciones precarias, es el momento de una clarificación esencial.
Confianza en Francia, que, frente a la dureza de los tiempos, siempre sabe unirse y resistir para forjar el futuro y no retroceder ni ceder a todo tipo de demagogias.
En los próximos días expondré la dirección que considero correcta para la nación. He escuchado su mensaje, sus preocupaciones, y no las dejaré sin respuesta. Y ya me conocen: el gusto por el futuro, por superarnos y por la federación seguirá alimentando este proyecto.
Pero en este momento de la verdad democrática, y aunque soy el único político sin plazo electoral personal en 2027, pueden estar seguros de una cosa: mi única ambición es ser útil a nuestro país que tanto amo, mi única vocación es servirlos.
Sé que puedo contar con ustedes para acudir masivamente a las urnas el 30 de junio y el 7 de julio. Francia necesita una mayoría clara para actuar con serenidad y concordia.
Ser francés significa siempre estar a la altura de los tiempos cuando lo exigen, conocer el precio del voto y el sabor de la libertad, actuar responsablemente sean cuales sean las circunstancias. ¡Viva la República! ¡Viva Francia!
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero acerca la charola que soporta el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular las frases de Winston Churchill por el mantel tan blanco: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el próximo mes y el año que viene; y de explicar después por qué no ocurrió lo que él predijo”.
Gil s’en va