Gil no puede hablar por nadie que no sea él mismo. Asistió a la concentración del Zócalo para defender al INE, a protestar en contra de una reforma regresiva e inconstitucional que pretende terminar con las elecciones competidas y limpias, como la que llevó al poder, precisamente, a Liópez Obrador. Pero también tomó su lugar en contra del autócrata que gobierna al país. Es verdad que Gamés tomó su lugar en el Zócalo harto y cansado de la injuria, la ofensa, el agravio de las mañaneras, eso que hizo el Presidente al día siguiente de la gran concentración del Zócalo. Le ordena a Ramírez Cuevas que ponga en la pantalla las caras de un grupo de escritores, periodistas, académicos y políticos y los exhibe como si fueran delincuentes, sólo falta que la frase “Se buscan y se ofrece recompensa” encabece la imagen.
¿Qué personaje de la vida pública, por poderoso e influyente que sea, podrá contra esa exhibición? Nadie. ¿Quién tiene el poder, los recursos públicos, el Ejército, el partidote, quién tiene los bolsillos llenos de rencor y odio? El Presidente, nadie más en México; con la pena, pero en ese sentido Liópez Obrador es un abusivo, se llama abuso de poder. Gil insiste: las mañaneras se llevan a cabo desde hace cuatro años y meses con dinero público. Así fabrica mentiras a granel desde muy temprano el señor de Palacio.
Ahora sí, vénganse de uno en uno: los moneros que se han adueñado de la televisión pública, los jilgueros que suben y bajan en columnas modestas e imposibles de leer, los editorialistas de periódicos súbitamente prósperos cuando estaban hace algún tiempo al borde la quiebra y algunos no del todo esclarecidos intelectuales orgánicos y otros disfrazados de inorgánicos.
Palacio Postal
Decíamos ayer. Y hablando de abusivos, resulta que Paco Ignacio Taibo está muy contento porque se hizo su feria del libro en el edificio de Correos, gran bastimento que le prestó el gobierno sin costo alguno para reventar a la Feria de Minería y enemistarse otro poco más con la UNAM.
El Fondo de Cultura Económica trae tumbao; o sea, se mandó hacer una gran feria contra todas las editoriales neoliberales que cometen el pecado de vender libros. Según Taibo, los libros deben regalarse. Muy fácil regalar libros si los produces con dinero público, porque es público el dinero con que hace sus libros, ¿o no Taibo?
Gil lo leyó en su periódico La Crónica en una oportuna nota de Reyna Paz Avendaño: “El único costo es la pequeña instalación de los muebles y los salarios de los compañeros del FCE y de Educal que atienden, pero como tenemos una política de que cada feria la atiende una librería, ni siquiera es una sobrecarga”. Felicidades, Taibo, todo a pedir de boca.
Desde esta página del fondo, no de cultura, Gil invita a todas las editoriales, grandes, medianas y pequeñas para que a partir de mañana pongan un tendido, ahora así se les llama a las librerías del gobierno, en el Munal, enfrente del Palacio de Minería y del edificio de Correos. Libros a precios bajos, ¿qué puede pasar? Las editoriales toman el Munal y venden libros, ¿le late, Taibo? Desde luego el gobierno de la ciudad no se opondrá a que se venda barato el libro. Ahí nos vemos, afuera del Munal, que vengan los compañeros, así se les dice ahora a los empleados del Fondo de Cultura, compañeros. Gilga pregunta: ¿no es esto que hace Taibo y la autoridad de la Ciudad de México un abuso de poder? Como diría el escritor de marras, a Gamés le parece in-so-por-ta-ble.
Cossío otra vez
Gil quiere repetir y regresar a las palabras del ministro en retiro José Ramón Cossío: “No sé cómo los ministros declararían la constitucionalidad de reformas que restringen derechos políticos”. La alocución de Cossío, decía ayer Gilga, le pareció esclarecedora. No resulta sencillo en la época de las mañaneras oír discursos que digan algo más que un insulto a los adversarios. Por esta razón, las palabras del ministro en retiro resonaron en el zócalo como una voz nueva, sensata e inteligente, oh, sí.
Todo es muy raro, caracho, como diría Carlyle: “El hombre que puede es rey”.