“No conozco realmente al Presidente en un plano en el que yo te pudiera decir si es machista o no; sí lo he sentido por parte de diferentes actores”, expresó la titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en una entrevista con El País...
El presidente Liópez afirmó que no hace falta que renuncie la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña Hernández, pues eso no va a “descafeinar” la reforma al Poder Judicial. “No hace falta que renuncie nadie, es nada más que continúe el debate sobre la necesidad de la reforma”. Mientras Liópez se pronunciaba, Gil leía una entrevista que concedió Norma Piña, presidenta de la SCJN, a David Marcial Pérez de su periódico El País. Para que vean la calidad de la melcocha, Gamés ofrece algunas tabletas de esa conversación.
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Ha sido un año y medio de claroscuros. Me gusta mucho un poema de Kipling, que dice que no hay que perder ni la cabeza ni la templanza. Uno no se debe creer todos los elogios o las alabanzas, pero tampoco la derrota cuando aún no existe.
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Es un orgullo para mí ser presidenta de la Suprema Corte, a la vez que una gran responsabilidad. Porque se trata de representar a todo un poder de la Unión. La unidad de los jueces, de los magistrados, el poder reivindicar la independencia judicial, su autonomía, eso ha sido un orgullo para mí. Entre las dificultades: cuando te achacan que no has tenido ciertas habilidades políticas para construir un diálogo. Pero yo soy juez constitucional y en el manejo del Poder Judicial como tal, te debes asegurar de ciertas cuestiones que deben regir a todo el pueblo. Es decir, la autonomía, la independencia, actuar conforme a la Constitución y conforme a nuestros propios valores y principios.
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No conozco realmente al Presidente en un plano en el que yo te pudiera decir si es machista o no es machista. Sí lo he sentido por parte de diferentes actores. He aprendido que tienes que tratar diferente, porque a ti te ven diferente. Muchas de las autoridades en México no están acostumbrados a dialogar con una mujer en un plano de igualdad. No saben cómo tratarte, no saben cómo platicar contigo. A pesar de eso, no se compara con la violencia que se da a diario con adolescentes, con niñas, con mujeres.
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Quiero decir, la ruptura (con el Presidente) partió del Ejecutivo hacia acá. (…) Sí se ha buscado un acercamiento. Nosotros sí hemos entablado comunicación oficial con diversas dependencias. Por ejemplo, ha habido mucho diálogo con el Legislativo, con todos los partidos, para el cabildeo del presupuesto. O con la Secretaría de Gobernación por el tema de los fideicomisos. Y con el mismo Ejecutivo, yo directamente no, pero sí hay ministros y ministras que se han acercado. E incluso han replanteado el diálogo.
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El 13 de febrero, la última invitación, todo iba muy bien. Estuvimos muy bien. Pero venía el caso de la Guardia Nacional. El Presidente dijo que mandó llamar a los ministros que él había postulado. Según tengo entendido, los ministros fueron y no sé qué platicaron. Después vino la votación de la Guardia Nacional y el pleno declaró inconstitucional que estuviera bajo mando militar. Ahí se rompió. Se rompió toda comunicación.
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Normalmente decidimos que la justicia va mal por los jueces. Pero la justicia empieza desde el policía, desde el fiscal. Son muchas cadenitas. Empezamos a hacer estos encuentros nacionales para una agenda de seguridad y justicia en febrero. Y han sido impresionantes. El encuentro partió de diferentes ejes y se invitó a policías, fiscales, jueces locales, jueces federales. Fueron también ministros, madres buscadoras, estudiantes, profesores. Lo que tenemos ya perfectamente documentado es que a la población en general lo que le preocupa es la cuestión de la procuración de justicia. Cuando se dice “vemos el derecho muy lejos”, “vemos el derecho que no habla”, que “no hay justicia”. Pero la justicia empieza antes de los jueces. Desde el fiscal que no intervino bien su carpeta. Es todo el sistema de Justicia.
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No tengo ninguna relación con Zaldívar desde que se retiró de su cargo de ministro. Y tampoco tengo ningún tipo de odio. Él es buen orador, es un hombre inteligente pero tenemos visiones diferentes de cómo ejercer el cargo (…) Cualquier llamada de un ministro hacia jueces o magistrados implica una interferencia en la autonomía e independencia de los propios jueces. Aun así, es una práctica muy común. Hay una estructura que permite eso. Pero yo nunca lo hice y no lo voy a hacer ahora.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que soporta el Glenfiddich, Gamés pondrá a circular la máxima de Montesquieu: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.
Gil s’en va