Inspirados por un ardiente deseo de sacrificar todo —incluso sus vidas- el movimiento revolucionario del 20 de noviembre de 1910, convertido en guerra civil, la cual duró casi dos décadas, cobró la vida de más de 1 millón de personas y paralizó la economía del país durante ese periodo.
Quienes impulsaron las primeras insurgencias que terminaron en la gesta revolucionaria, tuvieron claros pensamientos socialistas, crearon las instituciones y leyes que nos rigen hasta la actualidad.
En este contexto surge la Constitución de 1917. En ella, se apeló al estímulo revolucionario de los sectores, tanto de los campesinos como, hasta cierto punto, de la clase obrera.
Así, se impulsaron reformas en el ámbito de la educación y distribución de las tierras.
En el contorno primero, se instauró la educación pública como deber del Estado a impartirla.
En cuanto al movimiento agrario –eje central de la Revolución- el cual podía haber sido la base para un completo cambio social, con el asesinato de ZAPATA privó al alzamiento campesino de cualquier posibilidad de desarrollarse como una fuerza centralizada coherente, concluyendo en el reparto de tierras.
En el espacio laboral se estableció la mejora de condiciones para los obreros, jornaleros y empleados concerniente, fundamentalmente, a la reducción de horas a la jornada laboral.
Al sentarse las bases sobre la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, otorgó la facultad al gobierno mexicano de realizar en 1938, con LAZARO CARDENAS, la expropiación de la industria petrolera en manos de extranjeros.
Del mismo modo, se fincaron los cimientos para que la democracia comenzara a establecerse, fortaleciendo la libertad política.
Nos distan 106 años del inicio del episodio armado. Durante la mayor parte de este tiempo, se puede afirmar que México ha sido dominado por una pequeña élite que mantiene en sus manos gran parte de la riqueza, mientras que la mayoría de la población ha vivido en condiciones de avasallante pobreza, y por tanto, la revolución pareciera secuestrada.
Sin embargo, en la actualidad, también podemos aseverar que el movimiento armado de 1910 sacudió a la sociedad mexicana de su letargo y la preparó para una gran revolución cultural.
Una revolución de mentalidad y de participación, es el nuevo legado.
Ante ello, todos somos los triunfantes, hasta los que no la vivimos, porque es el logro de una lucha en común.