Ahora que se dieron a conocer las cifras sobre la reducción de la pobreza durante la gestión de AMLO, una de las preguntas más recurrentes que he escuchado es si este resultado será sostenible. Al tratar de aclarar el sentido de la pregunta me he encontrado con que esta se plantea en dos sentidos distintos: el primero se refiere a si la reducción será duradera, es decir, si no será transitoria y si no se va a revertir fácilmente; la segunda variante plantea si lo observado será replicable o si se podrá continuar la reducción a un ritmo similar durante el gobierno actual. Comento brevemente cada uno de estos temas: la permanencia y la replicabilidad.
Con respecto a lo primero, no tengo duda de que la reducción de la pobreza se mantendrá y que no se revertirá fácilmente. Esto se debe tanto a los factores que produjeron la reducción (es decir, el aumento de los ingresos laborales) como al hecho de que no veo en el horizonte factores externos o internos que pudieran provocar una crisis que revirtiera estos resultados. Recordemos que, en el pasado reciente, la pobreza ha aumentado por crisis económicas: la crisis de 1994-95, la crisis financiera global (2008-09) y la pandemia (2020). Existe, sin embargo, un cierto riesgo de reversión en el sur-sureste del país, si es que no se lograra recuperar el dinamismo económico que produjo en su momento la inversión de los proyectos prioritarios de López Obrador.
Con respecto a la replicabilidad, lo más probable es que la pobreza pueda seguir cayendo, pero a un ritmo menor de lo observado en el sexenio anterior. La razón es que AMLO aprovechó muy bien las oportunidades existentes en diferentes dimensiones: salario mínimo, reforma laboral, impulso regional al sur del país, programas sociales, etc. Todo esto le permitió reducir la pobreza a pesar del bajo crecimiento económico observado durante su gestión. Hacia adelante, sin embargo, el reto se vuelve más complejo.
Ahora, a diferencia de lo ocurrido en el sexenio anterior, cada vez será más difícil abatir la pobreza sin crecimiento económico. Además, el salario mínimo como instrumento para reducir la pobreza se enfrentará a dos tipos de limitación: por un lado, ya no podrá aumentar tan rápido (porque ya está mucho más cerca del salario promedio) y, por el otro, su aumento ya no tendrá tanto efecto en la pobreza debido a que su nivel actual ya es bastante más alto que antes, por lo que los aumentos subsecuentes ya no incidirán tanto en personas u hogares en situación de pobreza.
Por ello, la capacidad para abatir la pobreza de la presente administración dependerá de tres aspectos fundamentales: primero, de lograr retornar a una senda de crecimiento sostenido a partir de 2026; segundo, de avanzar en la reducción de la carencia en el acceso a la salud (lo cual permitiría reducir la pobreza extrema multidimensional); tercero, de focalizar mejor (territorialmente hablando) algunos de los programas sociales que hoy en día no están llegando a familias, regiones y comunidades con mayores niveles de pobreza. En ausencia de estos elementos, el avance en el combate a la pobreza podría continuar y sostenerse, aunque a un ritmo significativamente menor al observado en el periodo reciente.