La manifestación del domingo pasado fue una evidencia de lo que son una parte de la clase política del país que se disfrazó de ciudadanía, donde estuvieron los presidentes de la coalición PRI, PAN y PRD, así como el único orador; el expresidente del INE Lorenzo Cordova (opositor del actual régimen) para demostrar que aún pueden implementar estrategias en su desesperación por obtener más puestos de poder y del Congreso en las próximas elecciones, a sabiendas que la tienen perdida en la silla presidencial.
Se vieron por ahí, además, a personajes que están en desacuerdo con la actual administración, como servidores públicos o de las cámaras, a una ciudadanía que como todos tiene el derecho a expresarse y apoyar a los que piensan como ellos, aunque hubiera sido muy notorio que apareciera la candidata de Fuerza y Corazón por México, XóchitlGálvez, quien no estuvo porque no está permitido promoverse , ya que estamos en Intercampañas y podría ser sancionada o destituida en su aspiración presidencial.
El pretexto para reunir la mayor cantidad de personas en el Zócalo, ya sean acarreados o simpatizantes, así como detractores del actual gobierno (que se dijo fueron 90 mil, según la Secretaria de Seguridad Ciudadana y 700 mil por la organización Unidos para Mejorar) fue defender la democracia, ante un intento del presidente por promover que sus consejeros y presidente sean elegidos por todos y no por el Congreso, al proponer reformas que aún no se aceptan ni discuten, que sabemos no serán aprobadas porque no se cuenta con mayoría calificada por parte del partido de AMLO.
Sin embargo, para los convocantes a la marcha esto que sabemos no sucederá, es una alerta de intento de desmantelar al INE para imponer un arbitro que responda al gobierno en turno, a pesar de que no se planteó porque puede tener esa consecuencia, y de que en México no ha habido problemas electorales de impugnaciones o delitos importantes, ya que las actuales autoridades de los tres poderes han sido legitimadas por el INE.
Ahí también se dijo que se convocó para defender las libertades, ya que el resto de las reformas que propuso el presidente son una amenaza contra la independencia de instituciones autónomas y de gobierno, en alusión a que se propone que en algunos de estas sean elegidos sus integrantes por ciudadanos. Además de que se plantean menores recursos y disminuir la cantidad de integrantes. Por supuesto todo esto no es conveniente para la clase política, mucho menos para los que antes tenían privilegios.
El tono y la constante fue estar en contra de AMLO, porque dicen vivimos un régimen autoritario, que si así fuera, ellos no estarían manifestándose ni hablando en su contra, porque saben que al que tienen que vencer es precisamente a este, que es el que mantiene el liderazgo moral por su partido, que es el que lleva la delantera en preferencias, que muy probable no podrán remontar.
Tanto las reformas, como los desacuerdos de cualquier líder o agrupación política, que estén alejadas del bienestar de las mayorías, es posible que no logren el apoyo para ser llevadas al Congreso por intereses ajenos, pero tarde que temprano tendrán un costo electoral.
Los que no fueron a la manifestación no quisieron participar en el juego de la oposición, la consideraron intrascendente o más valioso ocupar su tiempo en otras cosas.