“Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”
Churchill
El presidente de México es ejemplo de lo anterior; al menos la primera parte. Lo constatamos de lunes a viernes con sus comunicados en las “mañaneras” que marcan la agenda nacional y un sin fin de mensajes periodísticos. Sin embargo, es posible cuestionarnos por qué el mandatario AMLO no se sienta y escucha. Me refiero sobre todo ante el clamor de muchos de cambiar la estrategia contra la violencia.
Pero aunque existe la queja y él lo sabe, y lo ha comentado, lo que no existen son las palabras para ser oídas que se transformen de reclamos a proposiciones, que sean posibles de efectuar, sobre todo por parte de expertos que, independientemente de partidos e ideologías, que les importen más los mexicanos y las tragedias que algunos están viviendo con los asesinatos que son 112 ( Justice en México), 28 desapariciones (RNPD), y 11 feminicidios (PGR) en promedio todos los días.
Aunque este gobierno heredó una de las mayores crisis de inseguridad y violencia que se ha tenido, marcada por la lucha entre carteles y la captura de sus lideres que inicio en el sexenio de Calderón y que continuó Peña Nieto, no ha sido la solución para acabar con las guerras y actividades ilícitas que han provocado los siete carteles que existen, más otros tantos grupos que son escindidos de estos (Servicio de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos), y que por eso el 75 por ciento de los homicidios tiene que ver con enfrentamientos de las bandas (AMLO).
En consecuencia y por infortunio, 42 millones de mexicanos viven principalmente los índices de homicidios mas altos del país, porque se concentran principalmente en seis estados, como son Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Baja California, Jalisco y Sonora. Por desgracia esto no quiere decir que no se de en otras partes del territorio nacional (PGR).
Esperamos entonces los mexicanos que, más que repartir culpas, se tenga el valor de “entre todos construir la paz y ayudar”, como lo ha mencionado el presidente, ante un llamado que solo ha tenido respuesta por parte de la Iglesia Católica, que ha convocado a la Jornada de oración por la paz, después de que fueran asesinados dos sacerdotes jesuitas hace dos semanas en Chihuahua.
En respuesta a ello el mandatario ha dicho: “ Si bien no basta con rezar y orar para construir la paz, esto también ayuda pues requiere de muchas acciones”, y agregó que es un problema complejo que necesita de todos y todas para atenderlo.
El fracaso de la sociedad y de las religiones vigentes del país, por no saber inculcar el valor de la vida, es ahora evidente y tan criticable como la falta de su participación en la solución de erradicar la violencia con acciones, que ha sido olvidada como la definición de la vida humana desde el punto a de vista religioso, que menciona es sagrada porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios.
Si queremos erradicar de raíz esta crisis, tendremos también que voltear a ver y dirigirnos a los victimarios, desde sus allegados que son cómplices, desde los pocos e ineficaces sermones para el llamado de sus conciencias hacia el bien. ¿Dónde están todos los sectores que pueden trabajar por ello?
Gemma Medina Aréchiga