Después de que el presidente electo, Lic. Andrés Manuel López Obrador, anunciara que se dará marcha atrás a la actual reforma educativa, empezó a circular una Convocatoria para la realización de 32 Foros Estatales de Consulta, con el propósito de construir un Acuerdo Nacional sobre la Educación.
Es de llamar la atención la forma tan escueta como se está convocando a “los actores vinculados” con ese importante tema para escuchar su voz y experiencia, especialmente la del magisterio. No se especifican las bases a considerar, los tópicos para desarrollar propuestas y los aspectos de la logística que es necesario conocer para una efectiva participación de quienes decidan hacerlo. El documento contiene un conjunto de lugares comunes que no clarifican mucho la intencionalidad del ejercicio a realizar en todas las entidades de la república. Se anuncia una “consulta libre, amplia e informada”, que desde mi punto de vista carece de esta última característica pues, ¿qué información se ofrece o se ha aportado para revisar, analizar o valorar los componentes y contenidos de la reforma educativa vigente que se pretende quitar?
Los medios de comunicación han difundido opiniones que no son suficientes para una evaluación adecuada, aunque también sabemos de la existencia de estudios críticos de especialistas de instituciones reconocidas como El Colegio de México y la UNAM que han señalado inconsistencias o fallas en la propuesta educativa de este régimen.
Sin embargo, éstos no son conocidos por amplios sectores de la población, ni siquiera del magisterio en un porcentaje considerable. La insuficiente información y la total apertura de la consulta ponen en riesgo su efectividad en cuanto medio para allegarse elementos que posibiliten la construcción de un Acuerdo Nacional para una Educación con Equidad y Calidad para el Bienestar de Todos los Mexicanos.
Ante este título cabe preguntarse ¿dónde se perfila la diferencia respecto a otros Acuerdos en esa materia? ¿Se incurrirá en el mismo error de anteriores administraciones en el sentido de impulsar un nuevo proyecto educativo sin una pertinente evaluación del que se sustituye? Hay investigaciones, trabajo de especialistas, libros y materiales didácticos que no se pueden ni deben desechar fácilmente.
No son tiempos de dilapidar recursos, de actitudes de todo o nada, ni de ver las cosas en blanco y negro. Son tiempos de participación y de conceder el privilegio de la duda frente a acciones como la que aquí se ha comentado.