Uno de los más grandes pensadores en el terreno de la sociología de la educación, el francés Emilio Durkheim, explicó la importancia de la conformación de los sistemas educativos para la construcción de la identidad nacional y el valor de la escuela para el logro de la llamada socialización primaria, es decir, aportarle a los educandos los elementos necesarios para el desenvolvimiento adecuado y exitoso en la sociedad.
Este autor y después John Dewey escribieron sobre la importancia de la educación para posibilitar la pertinente adaptación de los sujetos al entorno social.
Hoy queda claro que el sistema educativo debe aspirar a formar sujetos con capacidad para transformar la sociedad y no sólo adaptarse a ella.
Aunque no me convence del todo que la propuesta educativa del actual gobierno se denomine “Nueva Escuela Mexicana”, lo que he señalado en el primer párrafo tiene el propósito de llamar la atención sobre algunos aspectos fundamentales que contiene, los que dejan entrever una intencionalidad de fondo para reorientar la función de la escuela con un sentido evidentemente formativo.
Ya la investigadora Cecilia Braslavsky había señalado la necesidad de “rehacer las escuelas” bajo un paradigma humanista y el pensador Edgar Morin nos ha aportado muchos elementos para entender lo que esto significa.
Por ello, un primer aspecto a valorar es que la propuesta está abierta al debate acerca del contenido de la misma y sobre lo que debe cambiar en las aulas, las escuelas y el sistema educativo en su conjunto.
Por otra parte, se hace explícito el necesario protagonismo de los maestros para el éxito de la nueva propuesta, a partir de revalorar su función y mejorar sus condiciones laborales.
Esto ya lo he escuchado antes, y espero ahora sí se haga realidad.
Pero lo más difícil para lograr un cambio como el que se pretende es la modificación de actitudes, la transformación de las prácticas de supervisión, de dirección y de docencia, así como el verdadero involucramiento de los padres de familia en la educación de sus hijos, lo que no se ha logrado realmente hasta ahora.
Avanzaremos como país si tomamos en serio el valor de la educación y cada quien hacemos bien la parte que nos toca.
Volver a enseñar y vivir la filosofía, la ética, el civismo, las artes y la cultura física, además de saber usar la tecnología, puede marcar la diferencia.