Cultura

J. J. Rousseau

  • Paideia
  • J. J. Rousseau
  • Gabriel Castillo Domínguez

La Ciudad de México, con toda su complejidad y difícil problemática que vive normalmente, es una urbe con encanto y múltiples oportunidades para el disfrute de la cultura o para el estudio. 

Ella abrió generosamente la posibilidad de realizar estudios superiores y de posgrado, ver buen teatro, asistir a excelentes museos, a muestras internacionales de cine y de conocer a personajes de la literatura, la ciencia y las artes. 

De esos personajes viene hoy a mi mente el Dr. Emilio Rosenblueth, destacado científico mexicano, a quien le escuché (no recuerdo si fue en 1976 o en 1978) un ciclo de conferencias dedicadas a Juan Jacobo Rousseau y a Jean Piaget, en el Colegio Nacional. 

Esa experiencia fue el primer acercamiento a una figura tan poderosamente atractiva: Rousseau, sobre quien he mantenido un permanente interés.

El recuerdo obedece a que, este domingo, se cumplen 308 años del nacimiento de ese autor de obras tan relevantes como Emilio o de la educación y El contrato social. Tal vez no entendí mucho (por falta de lecturas previas) de lo que el Dr. Rosenblueth expuso, en aquellas conferencias, sobre las principales ideas y aportes de Rousseau. 

Estableció una comparación con Jean Piaget quien también es originario de Ginebra, Suiza. 

Ambos fueron innovadores, estudiosos de variadas ciencias y contribuyeron grandemente a la pedagogía y la psicología. Piaget dirigió el Instituto de Investigaciones Juan Jacobo Rousseau de su ciudad natal y destacó como científico, mientras su coterráneo fue además un importante escritor. 

La epistemóloga Pilar Palop sostuvo que Piaget personificó “la figura venerable y venerada de un nuevo Rousseau”, al señalar que preconizó “el mismo naturalismo pedagógico y la misma defensa apasionada de la espontaneidad del desarrollo infantil”.

Hay de verdad mucho que descubrir y aprender en la lectura y relectura de Rousseau. 

Y todavía no he mencionado sus Confesiones, obra por demás interesante con ingredientes para la polémica, que el escritor André Gide nos recuerda de la importante influencia que ejerció en el novelista ruso Fiódor Dostoyevski. 

¿Qué más? Habrá que seguir hurgando. ¿Podemos insistir en la vigencia de Rousseau? Considero que hay temas abordados por él, que son temas de nuestro tiempo, lo que exige una revisión seria y puesta al día. 

La tarea no es sencilla, pues no es un autor de fácil lectura; nos solicita un esfuerzo para penetrar en su discurso y entenderlo. 

Él mismo advierte: “no conozco el arte de ser claro para quien no quiere ser atento”. El conjunto de su obra sigue siendo, como diría Umberto Eco, una “obra abierta”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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